«Esala Perahera» y el diente de Buda

Costaba avanzar por las aceras más céntricas de la ciudad. Ya de buena mañana, cientos de personas, familias enteras, guardaban sitio sentadas en las aceras para garantizarse un buen lugar para ver una de las procesiones del “Esala Perahera”. Así estaba el patio a falta de unas nueve horas para que diera inicio el desfile. ¿Íbamos a poder ver algo? ¿Debíamos unirnos a las masas e ir cogiendo sitio?

Vista de Kandy

La verdad, queríamos ver la procesión pero sin hipotecar un día entero sentados en una acera turnándonos para ir al baño. Pero teníamos otra opción: pagar. Por esas mismas aceras en las que debíamos esquivar piernas, manos y niños para conseguir avanzar, nos llegaban ofertas de asientos para poder ver la procesión. Todas las tiendas, bares, casas, locales, garajes, hoteles, restaurantes de las calles por las que pasa la procesión vendían asientos. Los precios de esas sillas, tras el preceptivo regateo, oscilaban entre los 30 y los 115 euros al cambio. Unos precios de escándalo si tenemos en cuenta el nivel de vida de Sri Lanka.

Kandy

Finalmente, teniendo en cuenta que íbamos a estar en Kandy varios días y que el festival dura unas dos semanas, preferimos no cerrar nada. Así, seguimos recorriendo la ciudad, sorprendiéndonos con algunos elefantes que llevaban hacia el Templo de la Reliquia del Diente, donde, en unas horas, debía empezar el desfile. Sí, sí, del diente… del diente de Buda.

Elefante en las calle de Kandy

Cuarto párrafo y aún no os hemos explicado de qué va esto del “Esala Perahera”. Una vez al año se celebra este festival para rendir homenaje a la reliquia del diente de Buda. Éste se guarda en el templo principal de Kandy y resulta ser la reliquia más importante del país. “Perahera” significa procesión. “Esala” es el periodo del año -entre julio y agosto- que marca el inicio de la temporada de lluvias en la región. Se considera un periodo sagrado porque simboliza la llegada del agua y, por tanto, de la prosperidad. Las procesiones se celebran cada noche durante doce días consecutivos. El nivel, tamaño y duración de cada “perahera” va in crescendo hasta el mayor desfile, que se celebra siempre en noche de “poya” (así se pronuncia, yo lo escribo con ‘y’ que queda más fino)… es decir, en noche de luna llena.

Desfile del "Esala Perahera" en 1.885

La procesión del «Esala Perahera» en 1.885 (fuente: Wikipedia)

Ah bueno! Y el diente… Su historia tiene tela: Se dice que el diente fue rescatado de la pira funeraria de Buda en el año 483 A.C. Unos ceilaneses se lo ‘llevaron prestado’ a Lanka en el S.IV escondido en el pelo de una princesa. En 1.283 fue robado por un ejército invasor indio pero el rey de Kandy Parakramabahu III logró recuperarlo en India y llevarlo de vuelta a la isla. En pleno auge del colonialismo lo robaron los portugueses y lo quemaron en Goa, India, para escenificar la supremacía de la religión católica. Pero los ceilaneses siempre han sostenido que lo que se habían llevado era una réplica y que ellos conservaron el verdadero.

Rezando en el Templo de la Reliquia del Diente

En este punto me entra la duda de por qué los portugueses iban a poder destruir el diente quemándolo cuando los ceilaneses lo habían recuperado de una pira funeraria… Mmmm… Ah! ya, quizás la réplica del diente era de plástico!

Niñas y elefante

En todo caso, la historia del diente hizo acrecentar su fama hasta el punto que, aún hoy, se dice que quien tenga el diente tendrá el derecho a gobernar toda la isla. ¡Ahí es nada! Eso sí, no sé si “El señor de los dientes” funcionaría en el cine como lo hizo el de los anillos.

Templo en Kandy

Así que parece que el diente auténtico descansa en Kandy. Para ser más precisos, dentro de un relicario que conserva el diente. ¿Auténtico o réplica?… Pues no sabríamos que deciros porque el relicario lo debió diseñar un ruso al estilo “matrioshka” y el diente no se puede ver. Eso sí, ruso o no, tuvo a bien darle al relicario forma de pagoda y no de muñeca gorda.

Elefantes

Auténtico o réplica, el diente ha convertido al fantástico Templo de la Reliquia del Diente en el principal lugar de peregrinación de Sri Lanka. Cualquier budista ceilanés querrá ir allí, al menos, una vez en la vida.

Templo en kandy

Pero volvamos al presente, a esas calles llenas de gente. Una vez descartado el pagar y el guardar sitio, decidimos visitar varios templos menores de la ciudad. Fue todo un acierto. En todos ellos había un ambiente festivo. Las familias dejaban sus ofrendas mientras unos grupos de chicos que desfilarían por la noche se acicalaban e iban ajustando sus vestidos. En el fondo de la escena aparecía siempre algún elefante comiendo y descansando antes de la procesión, donde tienen un papel protagonista.

Niños del Esala Perahera

Elefante Esala Perahera

Entramos en un templo hinduista donde vimos que, antes de rezar, la gente rompía cocos lanzándolos contra el suelo. Al parecer, ese acto simboliza romper con el ego de la persona y así estar en mejor disposición de rezar. La parte externa del coco, la cáscara, simboliza el ego mientras que la parte interna, suave y pura, sería el “Atman”, el alma. En un ámbito más terrenal, también se asocia al hecho de romper con la ansiedad y el estrés por lo que ayudaría a afrontar algún reto importante como, por ejemplo, un examen.

Rompiendo cocos

Así, entre templo y templo y un poco de callejeo se nos fue pasando el día. Sobre las seis de la tarde nos acercamos al cruce principal de la ciudad. El recorrido (toda la calzada) estaba vallado. Se complicaba cruzar la calle. Las aceras estaban tan abarrotadas que sólo podíamos andar por la calzada. Los policías se afanaban en echar de allí a quienes, como nosotros, no teníamos donde sentarnos.

Elefantes

Cruzamos la calle hasta la esquina del lago, que a esa altura tenía un murete junto al que veíamos a gente caminar. ¡Esta es la nuestra! pensamos… Pero el lugar por donde caminaba la gente era un estrecho paso entre los que estaban sentados y el muro. Nos quedamos allí de pie, detrás de la gente sentada. Un policía no tardó en acercarse y decirnos que ese era un lugar de paso por seguridad y que no podíamos estar allí. Arrimándonos al máximo a la gente sentada intenté negociar con él. Y, justo en ese momento, un golpe de suerte. Una familia que teníamos delante invitó a Gaby a sentarse con ellos. Apretujándose consiguieron un espacio mínimo para ella. Ahora el poli lo tenía más difícil… Para rematar la faena me puse en cuclillas casi abalanzándome sobre una señora y ya no volví a escuchar al policía.

Telas para los elefantes

Telas con las que engalanan a los elefantes para el desfile

Eran las seis y media de la tarde. Nos quedaba una hora y media de espera hasta el comienzo. La verdad, nada comparado con la de horas que debía llevar allí la ‘familia de acogida’ de Gaby. La espera transcurría compartiendo sonrisas con ellos y probando las galletas que una niña nos ofreció. A medida que se acercaba la hora, los esfuerzos del policía por evitar que la gente no bloqueara el paso eran vanos. Yo permanecí todo el tiempo de pie pero, al menos, todo aquel que tenía delante estaba sentado. Por detrás, iba notando la presión de más y más gente intentado hacerse con un hueco.

Señora esperando el Esala Perahera

Un camión con un depósito de agua empezó a regar el recorrido. Ya quedaba poco para que empezara el desfile y donde no cabría un alfiler se colaba una persona. La presión hizo que la gente que estaba sentada delante de mi se empezase a levantar. El supuesto camino de emergencia ya no existía y me di cuenta de que, si en ese momento nos quisiéramos ir, no podríamos. Bueno, si pasaba algo malo, siempre podríamos llegar a saltar al lago.

Niño en el Esala Perahera

Al fin comenzaba la procesión. Cientos de bailarines, acróbatas y músicos iban apareciendo escoltados a ambos lados por unos porteadores de antorchas en las que ardían cáscaras de coco empapadas en gasoil. Ahora entendía por qué regaban las calles, más aún cuando vi que todo aquél que desfilaba lo hacía descalzo.

Antorchas en el Esala Perahera

La verdad es que estábamos en una buena ubicación pese a haber esperado sólo una hora y media. Frente a nosotros, el porche del Queen’s Hotel había vendido todos los asientos. Esos eran los asientos más caros, unos 115 euros, por eso solo había extranjeros.

Elefante en el Esala Perahera

El desfile continuaba con danzas tradicionales con espadas, banderas budistas o flores de coco al ritmo de innumerables bandas de música. Ente lo más llamativo, las acrobacias con fuego y un grupo con látigos. Aún así, el protagonismo del desfile se lo llevaban los elefantes, engalanados con telas y luces.

Niño en el Esala Perahera

Entre tanta gente me costaba subir la cámara de la altura de la cadera hasta los ojos para poder hacer las fotos así que me pasaba ratos con la cámara al lado de la cabeza. Obviamente, fue imposible poder intercambiar los dos objetivos que llevaba. Después de una hora y media de desfile decidimos intentar salir de allí. Llevábamos tres horas de pie, apretujados y sufriendo el calor, el humo y las cenizas de las antorchas.

Elefantes en el Esala Perahera

Dos noches después volvíamos al centro dispuestos a ver el “Perahera” con un poco más de comodidad. Era fácil, pagando tendríamos un asiento pero el ticket no se compraba en una agencia o por internet sino que había que ganárselo a pulso regateando con decenas de vendedores e intermediarios que te podían enseñar en diez minutos 3 ó 4 ubicaciones distintas. Primero entramos en un restaurante, luego una casa particular en un primer piso, en un segundo, ahora en la azotea y así una y otra vez. Nada nos convencía. Solo quedaba una silla, no se veía o era en cuarta fila o de pie… Todos los vendedores se conocían y conocían a los dueños de cada casa y negocio. La capacidad para rebajar mucho el precio se desvanecía aunque se fuese acercando el inicio, estaba claramente acordado entre ellos que nadie bajaría el precio por debajo de una determinada cantidad… Era una locura, la verdad. Aquellos vendedores se las sabían todas.

Esala Perahera

«Todo vendido»

Pero perseveramos y triunfamos: conseguimos dos sillas en la terraza de una iglesia, en primera fila. El precio de salida eran unas 12.000 rupias que, tras arduas negociaciones, quedaron en 7.000 por cabeza (unos 40 euros).

Esala Perahera

Esala Perahera

La lluvia, que había caído a ratos durante todo el día, nos respetó. Vimos toda la procesión, que duró unas tres horas, desde una posición privilegiada.

Fuego en el Esala Perahera

Fuego

Elefante Esala Perahera

Aquel era ya uno de los últimos desfiles del “Esala Perahera”, una procesión descomunal de miles de bailarines, acróbatas, flautistas, timbaleros… Y elefantes, muchos elefantes, cada vez más grandes, más engalanados y ataviados con más luces.

Elefantes en el Esala Perahera

Los fuimos contando, en total fueron 62 elefantes. Algunos de ellos portaban una especie de altar a sus lomos pero no llegamos a saber cuál de ellos llevaba la reliquia del diente.

Esala Perahera

Elefante engalanado

Otra vez, daba un poco igual, el diente no lo íbamos a ver y quién sabe siquiera si aquél era el auténtico.

¡Hasta la próxima!

 

PS: Como conclusión, os diríamos que si visitáis Kandy en época del “Esala” está bien reservar el alojamiento por adelantado. No es necesario intentar reservar el asiento para los desfiles antes de llegar porque se venden muy caros y, una vez en Kandy, os lloverán ofertas por todos lados. Incluso a última hora es posible encontrar algún asiento bueno pero, desde luego, hay que armarse de paciencia o pagar, de primeras, el precio que os pidan. Si vais a pasar varias noches, una de ellas podéis intentar ver el desfile desde alguna acera llegando una o dos horas antes. Desde luego no es tan cómodo pero os dará la oportunidad de interactuar con gente local. Eso sí, intentad que sea un lugar desde el que sea fácil salir en cualquier momento. Si sólo vais a estar una noche, es mejor pagar y conseguir un buen asiento. Por último, de todo lo que vimos, una buena opción sería conseguir una silla en un primer o segundo piso de una vivienda particular ya que os dará la oportunidad de conocer a la familia que viva allí, tendréis baño y bebida.

4 Respuestas a “«Esala Perahera» y el diente de Buda

    • Gracias por el comentario! Efectivamente, los desfiles son impresionantes e interminables! Así el diente sale de paseo, al menos una vez al año, para no perder su costumbre de ir de un lado a otro… Saludos!

  1. Gracias por contar vuestra experiencia, es muy útil para organizar un viaje a Sri Lanka. Hay varias webs que venden los asientos para ver el Esala Perahera, pero me generaban cierta desconfianza y el precio me pareció demasiado alto. Ahora veo que no hay problema en ir a Kandy sin tener reserva previa.

    • Hola! Gracias por comentar. Nosotros también dudamos un poco con las entradas al verlo por internet. A menos que quieras ir al Queens Hotel o no tengas paciencia sin problema podrás conseguir asientos decentes allí. Suerte y a disfrutar!

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