Sobre una imponente roca en la bahía se alzan las murallas del Fuerte de Galle (pronunciado «Goul» en inglés o “Gali” en ceilandés).
Colonizada en primer lugar por los portugueses, Galle fue, durante más de doscientos años, el puerto más importante de Ceilán. Su ubicación la convirtió en parada obligada en las rutas de comercio entre Asia y Europa.
Tras el dominio portugués, Galle pasó a manos holandesas. Fueron estos últimos los que dejaron mayor impronta en el Fuerte, desde la organización de las calles hasta el sistema de alcantarillado.
Frente al océano, a los pies del faro, no era difícil imaginarse Galle unos siglos atrás. Un puerto bullicioso al que llegaban barcos con el aroma de las especias provenientes de Asia mientras otros zarpaban con los rubíes, zafiros, y otras gemas que, por aquel entonces, ya le habían dado fama a Ceilán.
Hoy en día Galle es un lugar bastante turístico. Paseando por sus calles adoquinadas comprobamos como muchos de sus negocios se dirigen claramente al turista. Aun así, Galle nos gustó porque dentro de sus murallas todavía vivía gente local por lo que sus calles mantenían la vida y rutina de sus habitantes estables.
Si la presión del turismo no agota la vida local no habrá problema. Galle mantendrá su encanto exótico gracias a su Fuerte rodeado por el mar y su particular combinación de edificios coloniales sobre un escenario tropical.
¡Hasta pronto!
Qué bonito el faro como lugar de reunión, de encuentro, a dos horas del día tan distintas, las amigas a la luz del día y las sombras y una fauna más variada por la noche. Gracias, como siempre por compartir tan bonitos lugares y vuestros comentarios, que a veces los hacen mágicos.
Gracias por comentar… me encantan los faros, inevitable verlos y no sacarles, al menos, una foto!