Finalmente decidimos no movernos mucho y, a la vista del sol que lucía al día siguiente, podría decirse que habíamos acertado. Nos quedamos la moto unos días más y, de nuevo con las mochilas, cruzamos el puente que une Bohol con la pequeña isla de Panglao.
De camino hacia nuestro nuevo destino seguíamos cruzando pequeños pueblos y aldeas con sus capillas, canchas de básquet y karaokes improvisados… Pero nos sorprendió ver en un par de pueblos que en el patio de la escuela los niños ensayaban coreografías ataviados con flores y disfraces mientras una banda los acompañaba con la música. En ese momento no sabíamos para qué eran esos preparativos, quizás para alguna representación escolar, pensamos… Pronto descubriríamos que estábamos equivocados.
La punta sur de la isla de Panglao está monopolizada por Alona Beach, un mejunje de restaurantes con cerveza de oferta, hostales baratos y centros de buceo a la caza del cliente en plena temporada baja. Era el primer centro turístico que vimos en Filipinas y no nos gustó demasiado. De hecho, Alona es un buen ejemplo de cómo se han desarrollado algunos lugares turísticos en Filipinas a partir, todo sea dicho, de una impresionante playa de arena blanca.
Esa playa ni siquiera tenía nombre a principios de los años 60. Fue entonces cuando una conocida actriz que estaba de visita en la isla fue la primera persona en darse un chapuzón en bañador. El nombre de la actriz era Alona Alegre y la estupefacción de los presentes fue tal que, a partir de aquél día, todo el mundo pasó a llamar a aquella franja de arena blanca ‘Alona Beach’. Realmente Alona era una mujer muy adelantada a su tiempo porque nosotros aún no hemos visto a ninguna mujer filipina en la playa sólo en bañador. Todas se bañan, al menos, con pantalón corto y camiseta.
Quizás lo mejor de Alona Beach no estaba a ese lado de la playa, sino al otro, en el mar… Tras dedicar un día entero a tres inmersiones en la cercana isla de Balicasag lo podemos confirmar.
La primera inmersión fue en el llamado «Black Forest», donde abundaba el coral negro; la segunda en «divers’ heaven» y la tercera en «Catedral», donde el arrecife de coral acaba bruscamente en una pared vertical de más de 50 metros de profundidad. Aquella pared nos recordó a la de Sipadan, en la que habíamos buceado hacía un par de años. Aunque la visibilidad era buena, no logramos ver el fondo con la consiguiente sensación momentánea de vértigo.
La pared rebosaba de vida con corales blandos y duros en perfecto estado. Y, aunque no había tiburones como en Sipadan, sí vimos unas cuantas tortugas y mucha vida de esa que en este mundillo se llama «macro». Para los profanos en la materia, lo «macro» serían todos esos peces, crustáceos y bichos en general lo suficientemente pequeños como para que sólo unos ojos expertos puedan encontrarlos entre las miles de formas de vida que habitan el arrecife.

Aunque no lo parezca esto es un pez… Un pez rana!
Y sí, los ojos expertos eran los del ‘Dive Master’, no los nuestros.
Y aunque en otras zonas de Filipinas se puede bucear entre mantas, tiburones zorro o incluso tiburones ballena, estas inmersiones entraron directamente a la parte más alta de la lista de las mejores que hemos hecho.
A estas alturas del post suponemos que ya os habréis olvidado qué fue de aquellos disfraces y desfiles que estaban preparando los niños en los patios de las escuelas… Nosotros también hasta que vimos al ‘Dive Master’ borrar las actividades del día en la pizarra que colgaba a la puerta de la tienda de submarinismo y escribir en ella sólo una palabra que conocíamos bien: «Fiesta».
-‘¿Fiesta?‘ -‘Sí, mañana es San Agustín! Y hay un desfile en el pueblo…‘ Todo encajaba: Aquellos niños estaban preparando el desfile del día de San Agustín. No esperábamos encontrarnos ningún festival durante el viaje ya que la mayoría se celebran durante la temporada seca. Así que, aunque ya planeábamos cambiar de isla, decidimos quedarnos un día más para ver el desfile.

Una tormenta nocturna sobre la minúscula isla de Pamilacan
Resultó, además, que San Agustín era el patrón del pueblo de Panglao así que lo que tenía que ser un desfile era, en realidad, la fiesta mayor. De camino al festival, en muchas de las motos que adelantábamos iban hasta cinco personas. Eran familias completas con padres, hijos y, en algunos casos, hasta abuelas. Algunas calles estaban cortadas al tráfico y mucha gente ya había guardado sitio a un lado y otro de la calle principal a la espera del desfile.

Los malotes de Panglao y los 10 mandamientos…
La fiesta en sí no es fácil de definir… Vendría a ser una mezcla de lo más extraña entre una procesión del Santo y un desfile de carnaval unido a la elección de Miss Panglao 2013. Todo a la vez y todo mezclado con el único denominador común de un ambiente festivo de lo más divertido.
El desfile lo conformaban varios grupos, uno por cada pueblo o aldea de la isla. Cada grupo iba encabezado por la candidata a Miss Panglao del pueblo en cuestión, ataviada con un gran vestido de carnaval y sosteniendo en todo momento una pequeña imagen del Santo. Tras ella, los niños del colegio, en formación y perfectamente disfrazados con motivos marinos o florales, iban bailando al ritmo de una especie de charanga que les seguía. Nos sorprendió lo trabajados que estaban los disfraces y alucinamos con el trío formado por los niños pulpo, cangrejo y tortuga, que dejaron a la multitud boquiabierta.

El niño cangrejo haciendo de las suyas…
Al llegar frente a la caseta del jurado, cada grupo se paraba junto a la Miss y la música dejaba de sonar. Ya en formación, todos los niños del grupo gritaban al unísono su lugar de procedencia y acababan con un «¡¡¡Viva el Señor San Agustín!!!» que era lo único que nosotros entendíamos. En ese momento, la banda volvía a sonar y el grupo bailaba con una sincronización muy lograda teniendo en cuenta la edad de los niños.
El desfile lo cerraba una especie de paso de la imagen del Santo de unos cuantos metros de altura. Dirigieron la imagen hacia la Iglesia levantando con una vara muy larga los cables que cruzaban las calles y los banderines de fiesta cortesía de ‘San Miguel’, la cerveza nacional. Nosotros lo seguimos hasta entrar en la Iglesia donde se había formado una cola para poder subir al altar mayor para besar las imágenes de la Virgen y de San Agustín. Fuera, un montón de gente encendía velas y rezaba al Santo.
En uno de los extremos de la plaza vimos una parrilla de lo más apetecible. Al acercarnos ya no lo fue tanto y es que como diría el ‘Señor Miyagi’ «todo no es que parece»… Sobre la parrilla humeaban cabezas de pollo (con su correspondiente cresta) y unos cuantos ‘Adidas’ que son, simplemente, los pies del pollo que, al tener tres ‘deditos’, recuerdan las tres rayas de la marca deportiva que les da el popular nombre. Afortunadamente, dentro del local, unos pollos enteros (sin patas ni cabeza) giraban lentamente sobre otra parrilla. Ésta es la nuestra, pensamos. Y lo fue. En dos minutos estábamos sentados con el pollo entero troceado frente a nosotros, una ración de arroz blanco y una San Miguel ‘grande’. El pollo en Filipinas es delicioso ya que no está encerrado comiendo pienso todo el día sino correteando por donde le da la gana y eso se nota. Y bueno, menos mal que estaba troceado y que es tiernísimo porque en estas latitudes no se estila mucho comer con cuchillo. Lo normal es tenedor y cuchara aunque pidas carne o pescado.
Antes de irnos de aquella cantina aún dio tiempo de disfrutar de otro clásico del sudeste asiático. Un visita al baño… Marcial fue primero: -‘¿toilet?‘, -‘Sí, sí, ahí, detrás de la cortina‘. Y detrás de la cortina estaba la cocinera, revolviendo un puchero humeante sobre una mesa con caballetes y un fogón de camping gas en una grasienta estancia con paredes de adobe. ¡Pero si esto es la cocina! –‘Señora, ¿toilet?‘ -‘Sí, es esa puerta, pero déjala abierta que no hay luz y sino no verás nada‘. ¡Cojonudo! menos mal que sólo iba a orinar. Así que a hacer las necesidades casi a oscuras cruzando miradas con la amable cocinera. Cuando la vista ya se había acostumbrado a la oscuridad, quedó claro que ahí no iba a haber cadena de la que tirar, ni papel, ni nada. Sólo la taza y ¡el gran clásico! Un bidón repleto de agua con un cazo de plástico flotando esperando a ser llenado y vaciado en la taza. En fin, cordial saludo a la cocinera y de vuelta al comedor donde Gaby no tardó mucho en decidir que haría sus necesidades en otro lugar.

Una de las misses con su santito posando para nosotros ¡Salamat!
Volvimos a la plaza, donde la animación continuaba entre los niños disfrazados, las bandas de música, los vendedores ambulantes y los que entraban y salían de la Iglesia. Al otro lado de la plaza, estaba el campo de básquet que, cómo no, estaba de lo más concurrido. Entre un partido y otro, un grupo de gente se concentraba en la línea de triple. Nos acercamos y, lo que parecía una discusión, acabó con alguno de los presentes tirando un puñado de billetes arrugados al suelo en plan tipo duro. Justo después, un chaval tiró un triple ante la total expectación de los presentes y… para adentro! Sí señor! Apostando a ver quién mete el triple…
Ya casi de noche volvíamos al hotel, flipando con las motos de la chavalería de Alona que estaban tuneadas con luces de neón por todos lados… parecía que nos cruzáramos con naves espaciales en lugar de motos. Aquélla iba a ser nuestra última noche en Panglao. Nos despedíamos de una isla donde, al fin, nos acompañó el sol, nos cautivaron sus fondos marinos y donde vivimos una inesperada fiesta cien por cien filipina. Nuestro próximo destino nos esperaba…
¡Hasta la próxima entrega!
Estoy maravillada con el fondo marino. Hasta la próxima.
Gracias por el comentario Rosa. Era increíble…
¿Y la foto del «trío formado por los niños pulpo, cangrejo y tortuga, que dejaron a la multitud boquiabierta»? Ese disfraz de cangrejo supera incluso al de nuestro amigo Jordi-Calamar. Habría que ver si el de pulpo supera al de Harry…
Un gran post, de lo más variado y coloreado. Ya me va motivando más Filipinas… Y el disfraz de tortuga para algún próximo evento!! ;P
Nos partimos con los disfraces… Tengo alguna de los otros, pero había tanta gente que ninguna me valía para colgarla aquí. Te las enseñaré. El de tortuga a Sergio le vendría de maravilla ;-)
Jeje! Iba a decir lo mismo, Peti; al ver ese disfraz de cangrejo me ha venido a la cabeza una idea…
Alucinantes las fotos del fondo marino, sea de quien sea «el ojo experto».
Un abrazo,
j.
Gracias Jorge!
Impresionate, formato de tu blog! ¿Cuanto tiempo llevas bloggeando? haces que leer en tu blog sea fácil. El aspecto total de tu web es bien pensado, al igual que el material contenido!
Saludos
Gracias Víctor, empezamos el blog en junio de 2010. Saludos!