En mayo de 1501, Gaspar de Lemos partió del puerto de Lisboa rumbo al Nuevo Mundo. El 20 de enero del siguiente año avistó la punta de unos altos cerros en el horizonte y se adentró en la Bahía de Guanabara. Una bahía de tales dimensiones que el propio Gaspar confundió con un río, denominando ese enclave como Rio de Janeiro (río de enero).
Y es que Rio se asienta sobre una geografía única. 37 playas de arena blanca crean un contraste idílico con un mar azul verdoso y multitud de morros (cerros) de paredes verticales y exuberante vegetación salpican la ciudad creando un paisaje que es la mejor tarjeta de presentación de la ciudad.
La belleza inédita del emplazamiento hizo que el príncipe regente de Portugal, Dom João VI, se enamorara de la ciudad de tal forma que, al ser nombrado Rey de Portugal, decidió nombrar Rio de Janeiro la capital del Reino Unido de Portugal, Brasil y el Algarve. Esto convirtió a Brasil en la única colonia del Nuevo Mundo con un monarca europeo gobernando en su territorio y a Portugal en la única metrópoli cuya capital se encontraba en una de sus colonias.
Rio fue capital del Imperio del Brasil desde 1822 y hasta 1960, año en el que el Presidente de la República, Justelino Kubitschek (más conocido como JK), decidió trasladar la capitalidad a Brasilia, ciudad de nueva construcción, que se ubicó en el centro del país como símbolo de la unidad nacional.

Con una arquitectura que no deja indiferente, la Catedral Metropolitana de Rio tiene una capacidad para 20.000 feligreses
Rio, que durante las décadas de los 20, 30 y 40 había sido la ‘Cidade Maravilhosa’ que los actores de Hollywood visitaban con asiduidad, perdió la capitalidad y empezaron a aparecer muchos problemas relacionados con la criminalidad y la pobreza. Proliferaron los rascacielos, pero también las ‘favelas’ pobladas por la inmigración proveniente de la región del nordeste, desértica y paupérrima, y del interior del país. La ciudad pasó a ser irónicamente denominada ‘Cidade Partida’ en clara referencia a la profunda división social que se instaló en la ciudad.
La última década de la dictadura militar que gobernó Brasil desde 1964 hasta 1985, fue también desastrosa para la ciudad. Las arcas de Brasil y de la ciudad de Rio se vaciaron debido a la mala gestión política y la ciudad se vio sumida en un olvido de la inversión pública, con altas tasas de criminalidad y gran degradación en las infraestructuras básicas.
La criminalidad, la pobreza y la droga –y la intrínseca relación entre todas ellas– sumió a Rio en una espiral de la que aún hoy no ha podido salir del todo.
Rio de Janeiro tiene centenares de favelas que fueron creciendo debido a los límites poco claros de los barrios y la abundante vegetación en las faldas de los morros. Durante décadas el gobierno municipal simplemente obvió su presencia, permitiendo su crecimiento sin dotar esas zonas con los servicios básicos como agua o electricidad. De hecho, las favelas no aparecieron en los planos oficiales de la ciudad hasta 1994 a pesar de que en ellas vivía un 20% de su población.
A pesar de la fama extendida de que las favelas son zonas muy peligrosas debido a la criminalidad y las drogas, en la mayoría de ellas, sus habitantes viven una vida, dentro lo que es esa realidad, rutinaria y normal. Abundan los negocios e incluso hay una prolífica corriente de creación artística y musical. La actividad, en muchos aspectos, puede ser como la de cualquier otro barrio humilde.
No obstante, no se puede obviar el principal problema de las favelas: el tráfico de droga. Los traficantes controlan las favelas y el negocio de la droga les hace muy poderosos. Las luchas entre traficantes y sus ejércitos (así se conocen) para hacerse con el control del tráfico en otras zonas alcanzan dimensiones aterradoras.
Por poner un ejemplo, la banda de Rocinha (la favela más grande de Brasil) cuenta con un ejército de 400 miembros, en muchos casos, más y mejor armados que la propia policía.
Normalmente, las víctimas suelen ser miembros de las bandas de traficantes pero también, a menudo, las temidas ‘bolas perdidas’ (balas perdidas) atraviesan los delgados muros de ladrillo o latón acabando con la vida de vecinos que nada tienen que ver con esa desgraciada lucha.
Aún así, los traficantes intentan poner a los habitantes de las zonas que controlan a su favor, proclamando eslóganes de paz y libertad y haciéndose pasar por una especie de nuevos ‘Robin Hoods’.
La droga conlleva el aumento de la criminalidad. Las clases más bajas no pueden permitirse las drogas que desde las propias favelas se llevan a domicilio a las casas de los barrios de clase media y alta, como, por ejemplo, la cocaína. El consumo principal entre los más humildes es el desecho de la droga de los ricos, el crack.
Las piedras de crack generan una adicción inmediata, que no puede ni compararse a la de la de la cocaína. Su consumo ataca directamente a las neuronas y los pulmones. Los adictos a esta sustancia pasan a tener una esperanza de vida que se cuenta en meses y las formas más habituales para costear la próxima dosis son el robo y la prostitución.
Al inicio de esta última década, los gobiernos municipales y nacionales dejaron de dar la espalda a esta lamentable realidad. El proyecto conocido como ‘Favela-Bairro’, cuyo objetivo es que las favelas se integren como barrios a la ciudad, ha logrado dotar a la mayoría de ellas con colegios, centros sociales y sanitarios y acceso a la red de transporte.
El actual presidente del país, Lula da Silva, inició más proyectos sociales como el proyecto ‘Hambre cero’ destinado a seis millones y medio de familias. El Plan Nacional para la Erradicación del Trabajo Esclavo logró la liberación de más de 13.000 trabajadores en estado de esclavitud o trabajo degradante desde 2003.
Pero su principal programa social ha sido el ‘Bolsa-Familia’ que garantiza una ayuda de 34 dólares como mínimo y 100 como máximo para hogares cuyos miembros ganan hasta 35 dólares mensuales, lo que supone en Brasil una situación de extrema pobreza. En total, el programa le cuesta al Estado unos 5.800 millones de dólares anuales en lo que se considera el mayor programa de transferencia de renta del mundo. A pesar del altísimo coste del programa, ha quedado demostrado que amplía el mercado de consumo, favoreciendo la actividad productiva interna.
Los proyectos ‘hambre cero’ y ‘bolsa-familia’ han conseguido sacar a 23 millones de personas de la extrema pobreza que han pasado a vivir en situación de pobreza.
No obstante son muchos los que critican estas políticas porque incentivan que las familias más pobres tengan más hijos (para tener más ayudas) y porque son subsidios directos: se les da dinero a los pobres en lugar de dotarles de los medios para salir de la pobreza. Lula se defiende diciendo que estos programas sociales son necesarios porque, aún hoy, ‘el país está dividido entre personas que tuvieron oportunidades y personas que no las tuvieron’.
Sea como fuera, este giro económico positivo que ha dado el país y la ciudad de Rio ha permitido alcanzar logros tales como la organización en Brasil de la próxima Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y la designación de Rio como sede para los Juegos Olímpicos de 2016. La que ha vuelto a ser la ‘Cidade Maravilhosa’ sólo puede ir a mejor.
Y es que, al margen de los problemas que quedan por solucionar, Rio es una ciudad apasionante que vibra a todas horas y en la que es fácil sentirse como en casa. Desde su impresionante playa de Ipanema hasta los oscuros ‘botecos’ (tascas) del barrio de Lapa y pasando por las calles adoquinadas de Santa Teresa, se respira alegría, pasión y hospitalidad. Muchas calles se llenan de ritmos provenientes de los bares o de las casas en lo que suponemos es una contención de la locura que debe suponer el carnaval en la ciudad.
Sin duda, los pies de Rio se mueven a ritmo de samba. La samba, muy influenciada por los ritmos africanos de los esclavos del estado de Bahía, se desarrolló a principios del S. XX en Rio de Janeiro. En los años 30 un grupo de músicos liderados por Ismael Silva transformaron el género musical para que encajara mejor en el desfile del carnaval. Gracias a la radio la samba fue ganando popularidad por todo el país, hasta que el mismo presidente del país, Getúlio Vargas, declaró la samba como la música oficial de Brasil.
Suponemos que siempre fue así pero, a nosotros, nos ha parecido que la samba está en su mejor momento. Todos los días es posible escuchar en directo la actuación de ‘rodas de samba’ donde varios músicos se alternan en sesiones de más 4 horas en bares, tascas o plazas. Los cariocas asistentes se dejan llevar enseguida por el ritmo y acompañan cantando a los músicos con una pasión desbordada que tiene, también, un punto de romanticismo o añoranza. Y todo ello siempre en buena compañía y aderezado con una ‘cerveja gelada’ o una ‘caipirinha’ y, si se tercia, con algún que otro ‘petisco’ (picoteo).
Y si la samba está en los pies del carioca, el fútbol lo lleva en el corazón. Todo brasileiro apoya a la ‘Seleção’, pentacampeona del mundo, con una vehemencia y pasión sin límites. El gobierno del país y las empresas hace tiempo que entendieron que el día que la ‘Canarinha’ juega un partido de Copa del Mundo éste pasa automáticamente a ser no laborable. Ahora que somos Campeones del Mundo podríamos empezar a copiar este tipo de tradiciones de los verdaderos expertos en el tema…
Los cariocas apoyan a Flamengo, Botafogo, Fluminense o Vasco da Gama que comparten, en los partidos más importantes, el mítico estadio de Maracaná que con 100.000 localidades es el más grande del mundo.
Pero el fútbol no se vive sólo en el campo o en la televisión. Un paseo por Copacabana o Ipanema permite ver a chavales que juegan en la arena con una habilidad pasmosa. Los balones ruedan en todos los parques, plazas y playas, sin excepción.
Esas playas, Copacabana e Ipanema, están entre las playas más conocidas del mundo. Y no es para menos. La primera por su forma de media luna y el glamour que adquirió en los años 30, 40 y 50 y la segunda por su particular enclave con el morro de Dois Irmãos de fondo y por la inolvidable canción de Bossa Nova ‘Garota de Ipanema’ (La chica de Ipanema) de António Carlos Jobim y Vinícius de Moraes versionada por intérpretes tan dispares como Frank Sinatra, Cher, Sepultura, o Nat King Cole, entre muchos otros.
En ambas playas confluyen, repartidos en zonas más o menos definidas, los ricos y guapos luciendo cuerpo en pequeños bañadores o bikinis de ‘fio dental’, las familias, los travestis, los gays, los chicos de las favelas haciendo alarde de sus habilidades con el balón, los jugadores de ‘futevõlei’, los surfistas y los pocos hippies que quedan de la década de los 60 en lo que se conoce como ‘el cementerio de los elefantes’. Y entre toda esta fauna de lo más diversa tostándose al sol se abren paso cada día cientos de vendedores ambulantes en busca de algún real de más que puedan sacarle al gringo.
Nuestros días en Rio están siendo increíbles. Es una ciudad impresionante en la que se puede pasear durante horas cerca del mar, encontrar todo tipo de comida, disfrutar de la música en directo, tomar zumos de mil frutas o una caipirinha con mucho hielo, vibrar con el fútbol… y todo ello rodeado por las sonrisas de los Cariocas que con su amabilidad y buen humor lo hacen todo mucho más fácil. Es un lugar para quedarse.
Además, hemos tenido la suerte de coincidir con Laia, la hermana de Gaby, que nos llevaba unas semanas de adelanto en la ciudad cosa que hemos agradecido mucho. ¡mucha suerte para estos tres meses!
Algún día volveremos a Rio (¡quizás para el mundial!)
Este post está dedicado a Silvia y a Roberto. Para ellos, un GRACIAS en mayúsculas por abrirnos las puertas de su casa nada más poner los pies en Rio haciendo gala de una hospitalidad que no olvidaremos.
Con un post como éste, encarar el primer día de trabajo es más duro (y a la vez más fácil).
Apunto Río de Janeiro en la lista de ‘Visitas obligadas’. Ojalá que para el Mundial…
Un abrazo,
j.
P.S: De este post, me quedo con las fotos en blanco y negro del ambiente nocturno. Geniales.
Estos chicos tienen madera !! Queda dicho.
Me habían dicho que era mucho más bonito Sao Paulo que Río y quizás lo sea, pero leyendo este post también me apunto ‘A Cidade Maravilhosa’ como visita obligada antes del fin de mis días!
Y sí, ojalá sea para el Mundial, xq debe ser algo único vivirlo allá!!
Vamos comprando billetes?
:)
Ole, ole, ole…este post me deja sin palabras. Tato estas hecho un crack!!!!!! Que fotos, creo que entre mis favoritas…so far, si eso es posible. Increibles, realmente una promocion impresionante para los brasileros. Desde el lluvioso Seattle. Muchos besos y que sigais tan bien, y hacia el oeste!
hola, hola…..gracias otra vez por compartir vuestro periplo con todos!!las fotos impresionantes, a cada cual mejor, no sabría cual elegir….cuando vuelvas, prepárate para imprimirme unas cuantas a tamaño grande!!!!habrá que hacer algo con tanto arte..un besito, otro para Gaby. ayer por skype ya vi que estais muy bien!!!y muy guapo con la rapada que te has pegado!Carol. Mañana a estas horas, estaré rumbo a San Diego.
Bueno bueno…por fin conectada al mundo…de momento no tengo comentarios que hacer…bueno sí, que me he quedado flipada al ver el blog, parece una especie de dietario político-filosófico-antropotó. Prometo lectura detenida y notas al pie. A lo que vamos, ¿qué tal estáis vosotros????
Besos. Elisa
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