Una de las peores cosas de los viajes largos es el ‘jet lag’, en especial cuando viajo hacia el este. Desvelarte sistemáticamente a las tres de las mañana cuando uno tiene un día de trabajo por delante no es agradable. Cuesta adaptarse al nuevo horario.
De todas formas, una madrugada de insomnio puede dar la oportunidad de descubrir una ciudad al amanecer, cuando sus calles aún mantienen esa tranquilidad previa al momento en que todo se pone en marcha.
Eso mismo me pasó en Fukuoka, al sur de Japón, donde paseando por su calles de madrugada llegué por casualidad al Santuario de Sumiyoshi. Allí, un par de empleados rastrillaban la grava limpiando el suelo de hojas, los monjes empezaban su rutina diaria y, poco a poco, el Santuario fue recibiendo a los trabajadores más madrugadores que paraban frente a sus altares para rezar antes de ir a la oficina.
Al día siguiente, ya de vuelta en Tokyo, me desvelé de nuevo un par de horas antes de que sonara el despertador. A cambio, la mañana me regaló esta maravillosa vista del Monte Fuji desde la habitación del hotel:
Sufrir insomnio por el ‘jet lag’ es desesperante pero, en ocasiones, es cierto eso de que no hay mal que por bien no venga.
¡Ya podemos empezar el día!
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Que maravilla de Monte Fuji ! Qué foto!
Espectacular !!!
Sabes que ver el Monte Fuji desde Tokyo no pasa cada día!
Yo también he empezado el día con este mensaje optimista y bonito. Gracias Marcial.
Gracias por seguirnos!
Qué país tan increible y sugerente ¿verdad? Gracias tato por todos estos momentos compartidos!
Besos
Muchas gracias por comentar Vero.
¡Guau! Es una manera diferente de acercarse a un país, de conocerlo: genial la foto del ‘salary man’ rezando antes de empezar su jornada.
La del Monte Fuji me ha dejado sin palabras. Y yo que me acerque hasta su falda y no pude verlo… :(
Un abrazo,
j.
Bravo Marcial !!! Fantásticas las fotos y la historia que cuentas. Mis preferidas la del monte Fuji que es acojonante y la del trabajador rezando antes de ir a currar que refleja fielmente que diferente es esa cultura de la nuestra.
Niceee
Abrazos
Pablo
Muchas gracias Pablo. La verdad es que tuve suerte esas dos mañana: en Tokyo podría haber amanecido nublado y en Fukuoka podría haber tomado otra calle que no me hubiese llevado a ese templo.
Abrazos y a ver para cuando vuestro siguiente post!
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