Día 299 – La batalla de fin de año

Ya de buena mañana una horda de niños angelicales en apariencia se apostan en las aceras armados hasta los dientes con cubos, palanganas y pistolas de agua. Tras sus inocentes sonrisas se esconden auténticos mercenarios del terror acuático. Niños sin piedad a los que poco les importa si llevas una cámara o si has quedado con la chica más guapa del pueblo para desayunar. Van a ir a por ti.

Un poco más avanzado el día, entra en juego el resto de gente, jóvenes y también mayores, que se lanzan al frente de la batalla de agua que inunda todo el pueblo. Es francamente difícil salir indemne así que, a la vista de que no nos íbamos a librar, debíamos luchar. Nos hicimos con un modelo de ametralladora acuática de largo alcance con un depósito a la espalda con cara de elefante que con sólo verla acojonaba. Nos turnábamos la ametralladora y el que descansaba simplemente paseaba armado una botella de agua como si se la estuviese bebiendo para en el momento más inesperado atacar. Una táctica sencilla pero que se demostró de lo más eficaz.

Nuestra arma mortífera...

Un momento de solidaridad en la retaguardia, ¡Khawp jai chavalote!

Sin bandos claros, la lucha es todos contra todos y cuerpo a cuerpo. Todo tipo de tretas son válidas: disparos a los ojos, ataques por la espalda, emboscadas, metralletas cargadas de agua con hielo, ataques mientras se recargan las armas… Todo vale. A los cinco minutos de entrar en combate estábamos empapados de pies a cabeza.

Alejandro y Julia ¡Argentina presente!

Y ya bien remojados, es cuando dobla la esquina un diabólico niño que, sin que te puedas dar ni cuenta, te lanza un puñado de harina en la cara dejándote ciego durante unos segundos que sus menudos compinches aprovechan para machacarte.

Al cubo a lavarse… a ver, a recargar ‘¿dónde está ese niño?’ Ya da igual… vendrá otro y te pintará la cara de un manotazo de verde, rojo, naranja ‘¡¡¡Happy Pi Mai!!!’ o del más temido: el negro, una especie de grasa de motor a prueba de los mejores jabones locales e internacionales…

¡Happy Pi Mai!

Así es como había que recibir el nuevo año. El origen de estas batallas de agua proviene de la tradición ancestral budista del simbólico aseo con agua de las imágenes de Buda antes de entrar en el año nuevo. Ese aseo simboliza la purificación del alma; el agua limpia todo lo malo para iniciar el nuevo año sin lastres espirituales y propicia, también, la buena suerte.

Las guerras de agua callejera son pues una transgresión de la tradición que para muchos devotos budistas es una desviación popular casi inaceptable. Para mucha otra gente es sólo un divertimento que alborota la ciudad y hace que tanto niños como mayores disfruten felicitándose el año nuevo, con mucha alegría y sin ninguna maldad ni ofensa contra su credo. Para el visitante es una oportunidad inmejorable para relacionarse con los locales, conocer a otros viajeros y estar tres días a salvo del bochornoso calor a base de remojones continuos.

De todas formas, además, en todos los templos de la ciudad que visitamos la tradición más ortodoxa continúa muy vigente. Aquellos que disfrutan en las calles lanzando cubos de agua también acuden a los templos respetuosamente para mojar las tallas de Buda y orar para el año nuevo, siguiendo así con la tradición. Desde luego, nos pareció que la diversión callejera y la tradición estrictamente religiosa no estaban para nada reñidas la una con la otra.

La Reina del Pi Mai durante el desfile

Mientras tanto, las calles continuaban abarrotadas de gente sumergida en plena batalla acuática y, a pesar de la muchedumbre, por las calles más concurridas seguían circulando todo tipo de vehículos; algunos buscando claramente el remojón y otros totalmente resignados a los que no les había quedado más remedio que pasar por allí por un motivo u otro.

Pi Mai, nadie dijo que fuese fácil

Aunque parezca un angelito es una auténtica loca asesina (¡la de la derecha claro!)

Las motos son las que más recibían, sobre todo si iban en ellas un par o tres de chicas guapas. Los tuc-tucs eran uno de los blancos preferidos de los ‘falangs’ (‘guiris’ para los laosianos); ya saben, viejos ajustes de cuentas por intentos de timo, rodeos para ir a la tienda del ‘cuñao’, etc. Justicia divina que hace bueno el dicho recién acuñado de ‘a todo tuc-tuquero le llega su Pi Mai’. Los pick-ups, por su parte, solían ir llenos de agua en su parte trasera para recargar cubos y palanganas con sólo agacharse un poco; desde ellos, los expertos lanzadores locales curtidos en mil batallas del Pi Mai lanzaban certeros disparos y cubos de agua aprovechando su ventajosa ubicación elevada.

Viejos ajustes de cuentas (de buen rollo, ¿eh?)

¡Alegra esa cara hijo que estamos en el Pi Mai!

Y así todo el día, calle arriba, calle abajo… casi sin descanso, quizás, lo justo para compartir una BeerLao o pegarse un bailoteo con los locales a ritmo de tecno latino-laosiano, felicitar el año, reírse mucho y nunca, nunca olvidar que aunque todo eso parece una fiesta es, en realidad, una batalla.

Por mucho que te esfuerces siempre habrá alguien que la tenga más grande que tu...

Por muy bien que te lo estés pasando no puedes bajar la guardia porque no siempre se puede saber cómo, cuándo y de dónde te va a venir el siguiente ataque.

¡Feliz Pi Mai y próspero año 2.554!

8 Respuestas a “Día 299 – La batalla de fin de año

  1. Eh, ¡qué divertido! Me pregunto cómo pudo sobrevivir la cámara a semejantes ataques…
    Un abrazo,
    j.

    P.S: ¿Soy yo? ¿O los de los desfiles eran travestis?

  2. Me quedo con eso de «no olvidar que es una batalla», para limpiar el espíritu en sus orígenes, pero para descargar adrenalina y agresividad en el presente; ya lo conocemos en los carnavales de Argentina, que en algunas ocasiones terminaban en verdaderas peleas.

    Muy, muy ilustrativas las fotos, parece que tuvieran movimiento y sigue apareciendo el naranja.

    Me pregunto como J. lo de los travestis.

    Abrazos

  3. Me ha encantado este post!!he acabado exhausta, sólo de pensar en el esfuerzo, el estar alertas, el saber que te van a meter por todos lados!!!!jajajajaj!!!!me encanta el elefante. La verdad, es que me ha recordado algo al Correfoc de Tarragona….aunque solo usemos como arma el agua!!!creo que los laosianos son más violentos que los tarraconins en lo que a guerras de agua se refiere!!
    carol

  4. Yo sigo en shock! Me ha parecido divertidísimo, de verdad! Jorge, Rosa…creo que estoy con vosotros..he visto mucho estilismo en algunas zonas del campo de batalla jajajajajaja. Si es que os lo estais pasando que no veas, eh? A mí lo del tecno latino-laosiano me tiene también sin dormir….no sé ni si imaginármelo. Geniales fotos y divertidísimos comentarios!!!!!!
    Besitos

  5. Moltes gràcies Àngela.

    Jorge, la cámara iba con la carcasa submarina, a salvo! Y bueno, lo de los travestis pues sí se da, sí. No es como en Tailandia pero si hay un poco el rollo este ambiguo…

    Gracias Rosa y Sandra!

    Carol, en el correfoc el agua te viene de arriba aquí no sabes de dónde te va a venir!

    Vero, mejor que no te lo imagines…

    Muchos besos a todos!!!

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