Día 310 – Myanmar, el país olvidado

La antigua capital del país olvidado nos recibió con mucha decadencia, miradas y sonrisas. La gente llevaba la cara pintada de amarillo y muchos hombres se nos aparecían tras sus puestos callejeros o sentados en la humilde terraza de una tetería con los labios ensangrentados. Los hombres que caminaban por las calles lucían una larga y elegante falda que se ajustaban a la cintura con un nudo. Nada, absolutamente nada a nuestro alrededor parecía tener menos de veinte años. ¿Dónde estábamos? Aquel vuelo que nos llevó a Yangon nos hizo dar no sólo un salto en el espacio sino también un gran salto en el tiempo.

Aquellas pinturas resultaron ser un maquillaje, la Thanaka, que se extrae de un árbol y protege del sol. El rojo que cubría los dientes y teñía los labios de los hombres no era sangre sino betel, un producto que mezclan dentro de una hoja con tabaco y otros ingredientes como tomate o coco y que se va escupiendo, llenando las aceras de innumerables manchas rojas que se confunden con sangre. Las faldas que visten los hombres son el ‘Longyi’, el vestido tradicional que durante mucho tiempo fue de obligado uso por decreto del gobierno.

Preparando betel

El país olvidado tiene el triste honor de ser el país del mundo gobernado durante más tiempo por una dictadura militar. La libertad de expresión y la democracia no existen. Tampoco existen los bancos ni los cajeros automáticos. En los cines sólo pueden verse películas de acción y el acceso a Internet está muy limitado. Y pese a ser unos de los países más ricos de la región en recursos naturales (gas y petróleo) es unos de los estados más pobres del planeta.

Locutorio callejero. Las tarjetas SIM de móvil son económicamente inaccesibles para la mayoría y poca gente tiene línea fija en casa

La que en otros tiempos fue la verdadera tierra dorada del Reino de Birmania fue colonizada por los ingleses, que tardaron 60 años en controlar todo su territorio, consiguiéndolo a finales del S.XIX. Como suele suceder en la mayoría de estos casos, la población local no tardó en mostrar su descontento con la situación de pleitesía y subordinación respecto a los ingleses.

Se sucedieron múltiples revueltas pero el cambio no ocurrió hasta 1.947. Ese año el gobernador en Birmania, un joven de 32 años llamado Aung San, se plantó en Londres y firmó un acuerdo con los ingleses según el cual durante un año Birmania volvería a autogobernarse y, tras ese periodo, se celebrarían elecciones para formar un parlamento para el nuevo gobierno independiente.

El joven Aung San ganó aquellas elecciones con una mayoría abrumadora. A partir de ahí él quiso la independencia inmediata del país con un gobierno democrático formado solo por civiles, totalmente desmilitarizado. Aung San se había convertido en el principal valedor para alcanzar la añorada independencia del país.

Pero no viviría para verlo. El 19 de julio de 1.947, con solo 32 años, él y seis de sus compañeros de partido fueron asesinados por los militares que pretendían evitar la desmilitarización del gobierno.

Uno de los protegidos de Aung San, U Nu, acabó como primer ministro, pero fue incapaz de mantener a las minorías étnicas que se rebelaban. Fueron unos años de mucha incertidumbre, de crisis política y económica en la que se alternaron elecciones democráticas y golpes de estado militares. Finalmente, los militares, con un tal Ne Win al frente, recuperaron el gobierno a la fuerza en el año 1.962, aboliendo el parlamento y estableciendo un consejo de 17 miembros militares que gobernaría el país. Empezaba la dictadura. Ese gobierno militar encarceló o forzó al exilio a todos los miembros o simpatizantes del partido de Aung San, los defensores de la democracia.

Los militares iniciaron entonces un utópico camino hacia el socialismo basado en el cultivo de arroz que arruinó económicamente al país hasta que en 1.988 se produjo una insurrección popular que nadie esperaba en contra de Ne Win y su junta de militares. Las protestas fueron tan masivas que Ne Win tuvo que retirarse como presidente pero ya era demasiado tarde y ese movimiento no bastó para calmar a las masas que pedían en las calles la democratización del país.

Los militares lograron contener el alzamiento popular con el asesinato indiscriminado de 3.000 manifestantes. Tras la contención de las manifestaciones y el cambio de tres presidentes militares en solo unos meses, se decretó la ley marcial en todo el país y se prometió -cómo no- la celebración de elecciones democráticas para mayo de 1.989. Rápidamente la oposición creó el partido ‘National League for Democracy’ (NLD) y la gran parte de la población enfervorecía con los discursos de su carismática líder, Aung San Suu Kyi, la hija de Aung San, el héroe asesinado que había logrado la independencia del país.

Una de las sedes abandonadas del NLD

Mientras Aung San Suu Kyi y el NLD se ganaban la confianza de un pueblo que se veía cada vez más cerca de la democracia los militares hacían todo lo posible para mantenerse en el poder. Emprendieron innumerables obras públicas, repararon carreteras, pintaron edificios en las grandes ciudades y hasta prometieron que cambiarían el sistema socialista del país por el capitalismo. Trataron de retrasar al máximo las elecciones con cualquier excusa y en 1.989 Aung San Suu Kyi fue retenida en su casa bajo arresto domiciliario. Con la líder de la oposición acallada los militares creían que podrían ganar las elecciones y estas se celebraron, finalmente, un año después de lo prometido. Eran las primeras elecciones democráticas que se celebraban en el país en 30 años.

Pero, para sorpresa de la cúpula militar, el NLD de Aung San Suu Kyi ganó las elecciones con más de un 60% de sufragios. Los militares no podían permitir dejar el poder en manos de una mujer que, además, estaba casada con un británico. Así, pese a la clara victoria del NLD, los militares impidieron que los miembros del partido asumieran el poder. Desde ese momento se estima que 100 parlamentarios elegidos en esas elecciones han sido encarcelados, obligados al exilio o asesinados.

Desde 1.989 Aung San Suu Kyi ha permanecido encerrada en su casa de Yangon y las pocas veces que se ha levantado el arresto han pasado pocos meses o semanas hasta que la volvían a arrestar por sus discursos y por difundir sus ideas democráticas. Durante todo este tiempo estuvo separada de su marido y de sus hijos que vivían en Inglaterra. El marido murió de cáncer sin que pudiesen despedirse, ya que a él se le negó el visado necesario para verla y ella sabía que si abandonaba el país nunca más podría volver entrar, ya que con total seguridad la forzarían al exilio. Los escasos períodos de libertad de los que ha gozado Aung San Suu Kyi se han saldado siempre con más detenciones y asesinatos.

Cada noche se encienden más de 200.000 velas alrededor de la estupa de la Pagoda Swedagon

Las grandes manifestaciones del 88 se repitieron, con el mismo espíritu, en 2007 debido a una injustificada subida del 500% en el gas y el petróleo que arruinó a muchas familias. Las malas –o buenas- lenguas decían que la subida forzada por el gobierno tenía como objeto engrosar las arcas del país, arruinadas tras el gasto de cientos de millones de dólares por la construcción de una nueva capital del país ubicada en un lugar elegido por unos astrólogos, así como suena. Las manifestaciones fueron aun más poderosas por las protestas que iniciaron también los monjes. De nuevo los militares respondieron con fuego y abatieron a un monje, algo que nunca se había producido en la historia del país y que además era un acto gravísimo para el gobierno militar que defendía los valores de la Birmania tradicional y del budismo. Los militares se ganaron así un nuevo enemigo y la asociación de monjes de Birmania se posicionó contra la junta militar definiéndola como una ‘malvada dictadura militar’ y rehusando, desde ese momento, dar cualquier tipo de servicio religioso a los militares. Se peinaron todos los monasterios del país deteniendo a más de 100 monjes. El ejército invadió las calles y se cortó el acceso telefónico internacional e Internet. Las protestas se saldaron con 3.000 arrestados y 31 manifestantes muertos.

El año pasado se produjo el último levantamiento del arresto domiciliario de Aung San Suu Kyi. Ella seguirá luchando por la libertad y la democracia como lo hizo su padre, con el apoyo impotente de la mayoría del pueblo birmano.

Los ‘deseos del pueblo’ publicados a diario en uno de los periódicos del gobierno

Más propaganda política de la junta militar en prensa (se publica a diario)

Pero a pesar de la cruda realidad política del país la vida sigue y la gente intenta salir adelante como puede. Tras casi 50 años de represión, la dictadura militar continúa con sus eternas promesas de procesos de democratización que ya nadie se cree. Y mientras la gente lucha en su particular batalla diaria, los militares cierran acuerdos millonarios con Tailandia y China y se embolsan millones de dólares recaudados de los impuestos y del turismo organizado. La boda de la hija del primer ministro costó más de 200 millones de dólares mientras la educación, la sanidad y los transportes del país siguen descomponiéndose. El nivel de vida se ve fácilmente paseando por la calle donde existen puestos de venta de aspas de ventilador de segunda mano, se oyen gallinas en los balcones, y abundan los reparadores de paraguas…

Tras el repaso a la historia del país y comprobar de que los militares sacan una buena tajada del turismo, se abre el debate de si uno debe visitar o no Myanmar. Algunas voces de la oposición al actual gobierno mantienen que es conveniente hacer un boicot total y no visitar el país para evitar contribuir con el dinero de los turistas al mantenimiento de este gobierno opresor. Otras voces opositoras defienden la idea contraria y animan al turista a visitar el país, ya que de este modo uno podrá ver con sus propios ojos lo que ocurre y podrá explicarlo en sus países de origen. Así, el país no se sentirá tan olvidado.

Antes de decidirnos a visitar Myanmar tuvimos nuestro momento de duda. Nos preguntábamos si ayudaríamos en algo o si, como opinan algunos, nuestro paso por aquí simplemente serviría para ayudar al gobierno actual a permanecer en su posición. Sin embargo, hemos comprobado que un turismo responsable (económicamente hablando) hace que gran parte del dinero que uno gasta quede en emprendimientos privados como en casas de huéspedes, restaurantes o teterías, transporte privado…

Además, las experiencias que hemos tenido durante estos días nos han hecho convencernos de que nuestra visita a este país tendrá sentido. Sin tan siquiera buscarlo o provocarlo, varias personas nos hablaron de la opresión que vive el pueblo, de la necesidad y la voluntad de cambiar las cosas.

En una céntrica librería coincidimos con la hija de un conocido escritor birmano. Nos regaló un libro de su padre y charlamos con ella unos minutos. ‘¿Qué es lo que más os gusta de Myanmar?’, sinceramente le respondimos que la gente, sus sonrisas y su generosidad. ‘La gente aquí está triste. Vivimos oprimidos. Fijaros bien, esas sonrisas se dirigen sólo a vosotros porque sois extranjeros’.

En la mayor pagoda de la ciudad, la ‘Swedagon Paya’ coincidimos con unos chicos con los que conversamos también durante un rato. Uno de ellos estudiaba derecho y al decirle que nosotros éramos abogados nos separo de la multitud, miró a un lado y otro cerciorándose de que nadie nos podía escuchar y nos preguntó: ‘¿Qué puedo hacer para ayudar a mi país?’. Tragamos saliva… ¡Qué podíamos decirle!

Más adelante coincidiríamos con un señor que nos dijo que los birmanos agradecerían nuestra presencia en los hostales y restaurantes familiares porque les ayudaríamos con nuestro dinero pero que, en realidad, el dinero viene y va y que lo único que queda es el conocimiento. ‘Vuestro dinero será bienvenido pero lo importante es que sepáis enseñarle algo a la gente, algo que se quede aquí. Cualquier cosa de vuestro país, de la democracia, de la libertad… Abrid la mente de las personas’. No podíamos estar más de acuerdo con él. Intentaremos hacerlo.

Y mientras tanto la vida seguía a lo suyo en las bulliciosas las calles de la antigua capital, donde absolutamente todo está controlado. El acceso a Internet está limitado y es muy lento, una tarjeta SIM de teléfono móvil cuesta más de 700 dólares y hasta dicen que todo turista que visita el país en algún momento es controlado por los militares, ya os diremos si notamos su presencia… La vida de las personas transcurre contando los Kyats que les ha dado el día, comentando los resultados de la Champions League y la Premier, comiendo curry, bebiendo té y yendo al templo.

Hay quien nos ha hablado de un posible cambio, de una mentalidad más aperturista de la junta militar, aunque siempre con bastante escepticismo. Mientras la comunidad internacional siga mirando hacia otro lado y la población no tenga con qué luchar, los días se seguirán sucediendo uno tras otro sin que nada cambie. Al fin y al cabo los militares tienen armas y el pueblo no y la historia ya ha demostrado muchas veces que, lamentablemente y aunque suene muy triste, en el país olvidado las pistolas seguirán teniendo más fuerza que las ideas.

Aquí podéis ver un post sobre la nueva situación política de Myanmar.

13 Respuestas a “Día 310 – Myanmar, el país olvidado

  1. Extraordinaria lección de historia contemporánea, a través vuestro sacudimos la pereza y le dedicamos un momento a este, realmente, olvidado paés, que además se esconde en la confusión de los cambios de nomenclatura: Birmania – Myanmar….
    Ante la disyuntiva de ir o no ir, creo que elegir conocer, ser protagonista y poder difundir esa realidad es la mejor elección.
    Muchas gracias y felicitaciones.
    Hasta la próxima, en un día verdaderamente triste porque se ha mueto alguien que ha hecho mucho por difundir la historia que no deberíamos olvidar, que no deberíamos repetir: Jorge Semprún
    Rosa.MM

  2. Tal y como describes la situación parece que no queda mucho espacio para el optimismo en ese país. Yo no conocía toda la historia, lamentablemente piensas «Ah! Este es otro país con dictadura militar, no?» y ya está. Sí que es uno de los grandes olvidados. Me ha gustado saber más, aunque sea triste.
    Y sobre lo de visitar el país, yo creo que al final siempre repercute algo del gasto en los pequeños comerciantes, locales de comida o alojamientos, sobre todo con la forma de viajar que tenéis vosotros. Y difundir la causa, algo que no hay que menospreciar y que por lo visto ellos valoran mucho.
    Muy interesante chicos!
    Abrazos!

  3. Hola!

    Me ha impresionado la profundidad del post. Creo que habeis hecho muy bien en visitar el pais y transmitirnos vuestras vivencias.

    Besos,

    Laia

  4. Gracias, muchas gracias por compartir otra parte de la historia. Realmente un post impresionante en todos los sentidos, en todos. Este viaje siempre ha estado entrando y saliendo de mi lista de posibles»próximos» viajes…todo el mundo que ha ido vuelve totalmente fascinado. Creo que la idea que más me gusta…es la de conseguir cambiar algo compartiendo lo que somos, lo que sabemos, lo que tenemos…cobra todo el sentido…el decidir ir.

  5. ¡¡Me ha encantado el post!! Es realmente interesante la historia del país y las increíbles tonterías de la Junta Militar. (Ahora mismo voy a buscar más información sobre la nueva capital propuesta por los astrólogos; ¡frikis!)
    Mi opinión (que nadie me la ha pedido, pero mira…): creo que hay que ir, hablar y escuchar a la gente, difundir (en este exitoso blog) las preocupaciones de la gente y la surrealista situación en la que viven. Ya lo he dicho.
    Seguid disfrutando, pareja.
    Un abrazo,
    j.

  6. Me reincorporo al blog tras mis vacaciones y por fin me pongo al día.
    He disfrutado mucho con la lectura de los post que habíais publicado durante mi ausencia; este último me deja un sabor un tanto amargo, pero es bueno saber. Gracias por esta nueva lección de historia.
    Sin duda la información que dais es muy valiosa y hace que vuestra visita cobre (más) sentido.
    Si algún día voy tendré en cuenta las recomendaciones para que mi estancia allí también contribuya positivamente.
    Un saludo,
    Isabel

  7. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios tan positivos sobre este post. Después de visitar el país redactamos este post con un cariño especial y vuestros comentarios nos hacen reafirmar que valió la pena nuestra visita.
    Esperemos que en un futuro cercano cambie la situación de Myanmar y la gente pueda hablar libremente.
    Un abrazo a todos

  8. Hola Bárbara, lamentablemente me temo que no. Es cierto que la junta militar que dirigía el país desapareció pero a partir de ese momento se configuró un sistema parlamentario que no puede denominarse democrático puesto que el 100% de los escaños eran ocupados por miembros del partido que formaron los propios exmilitares. Sólo había un partido legal que pudiera presentarse a las elecciones. De todas formas, últimamente ha habido algunos cambios aperturistas y nuevos partidos han entrado en el parlamento aunque ocupando sólo el 7% de los escaños. Si sigues el siguiente enlace podrás ver el último post que hemos escrito sobre el tema:

    https://siemprehaciaeloeste.com/2012/04/22/una-nueva-esperanza-para-myanmar/

    Saludos!

  9. voy a visitar Birmania en 2 semanas, mil gracias por este post tan bien redactado. que situación tan jodida tienen, haremos todo lo posible por como bien dices hacer que el dinero que gastemos ahí vaya a parar al pueblo y no al gobierno.

  10. Pingback: ‘Colabora Birmania’ | Siempre hacia el oeste·

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