Día 290 – El lejano Sur de Laos

El asfixiante calor y la tentadora hamaca se habían aliado en nuestra contra. Aquel binomio impedía que saliéramos a recorrer la isla. Pero las bicicletas nos esperaban y no nos íbamos a rendir tan pronto… ¡o sí! Venga, va, que hoy es el primer día… un ratito más, sólo cinco minutos más…

Habíamos llegado al sur de Laos no exentos de problemas. La camioneta que debía acercarnos a la frontera entre Camboya y Laos se presentó a las siete de la mañana en nuestro hotel. La vimos y nos miramos. Ahí no cabíamos. Pero de una forma sorprendente empezaron a encajar bolsas, mochilas y personas ocupando todos los huecos. Salimos para la frontera como sardinas enlatadas, quince personas para nueve teóricas plazas. A los cinco minutos paró para recoger a una señora y un niño que vio en la calle. Parecía imposible, pero también los encajaron, con calzador, eso sí.

A medio camino, en mitad de la carretera, la camioneta se paró y nos hicieron bajar. Habíamos pinchado. Sin sacar la carga de bolsas y mochilas empezaron a levantar la furgoneta con ladrillos, piedras y un rudimentario gato. El conductor no era la primera vez que cambiaba una rueda. En diez minutos las sardinas volvían a encajarse en la lata.

Al poco tiempo volvimos a parar, otra vez en mitad de la carretera, pero detrás de un autobús. ‘Los que van para Laos que se bajen y se suban al autobús’ nos dijeron. ‘¡Pero si todos vamos a Laos!’ Entre risas cogimos nuestras mochilas, y nos subimos. Tras una hora de marcha volvimos a parar. Ya habíamos llegado a la frontera entre Camboya y Laos… y menuda frontera.

'Edificio' de la frontera de Laos, aprovechando un viejo vagón de tren. Toda una declaración de lo que nos encontraríamos al otro lado de la frontera

El funcionario de turno de Camboya pedía un dólar por cada sello que ponía en el pasaporte y la imagen de Laos no era mucho mejor. Tras cruzar los cien metros de tierra de nadie que separa un país de otro vimos como un gran grupo de funcionarios laosianos jugaban a la petanca, mientras dos de sus compañeros pedían dos dólares por cada sello que ponían en el pasaporte. Como aquel ‘stamp fee’ era del todo ilegal nos pusimos a regatear. Al final quedó por un dólar por cabeza. Con razón los coches aparcados allí eran todoterrenos último modelo, financiados, obviamente, por la corrupción del sellito.

La partidita de petanca... ¡Qué vida!

Al fin entrábamos en Laos y tras cinco horas de viaje llegábamos a Don Khon, una de las islas que rompe el curso del Mekong en centenares de brazos de agua, una de las islas que componen la zona de las 4.000 islas (isla arriba, isla abajo).

Disfrutando del tranquilo ritmo del vaivén de nuestra hamaca nos acordamos del aquel mangante español de guante blanco que huyó de la justicia escondiéndose en Laos. Sí, quizás lo recuerden, Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil que, tras darse a la fuga, se recogió en Laos. Sin duda, un buen destino para perderse de vista.

Las bulliciosas calles de Don Khon en plena hora punta

Pero dentro de lo que es Laos el pobre Luis escogió mal. Se fue a Vientiane, la capital. Estamos seguros que de haber elegido las 4.000 islas nadie le habría descubierto y, aún en el hipotético caso de que alguien le hubiese reconocido, probablemente, le habría dado mucha pereza levantarse de la hamaca, coger la bicicleta e irse a llamar a… ‘Da igual, mejor lo dejamos para mañana que ahora hace mucho calor’, ‘Oye Luis, ¿nos tomamos unas BeerLao?’ Y todos tan amigos.

La tranquilidad era tal que podríamos decir que la vida en aquella isla fluía con el ritmo lento de las aguas del Mekong. Podríamos, pero sería pasarse. El ritmo era aún más lento. Y se contagiaba. En ocasiones era necesario toser o hacer algún ruido para despertar a quien debía cobrarnos la coca-cola que acabábamos de sacar de la nevera de algún bar al pie del camino. ¿Comer?, sí claro, toma asiento que en media horita paso a ver qué te apetece y luego, si eso, nos ponemos a cocinar. La tranquilidad era tal que, sentados en la terraza sobre el río, oíamos cuando la cocinera, al otro lado del camino de tierra, metía los rollitos en el aceite hirviendo. No había nada que hacer. Adaptarse o morir.

Finalmente ganamos la batalla a la hamaca y, armándonos de energía, nos hicimos con unas bicis en las que empezamos a recorrer la isla. La temporada seca había convertido lo que debían ser unos verdes arrozales en auténticos secarrales que ardían como los asientos de las bicis. En los caminos, los búfalos se esforzaban en encontrar alguna brizna de hierba verde que llevarse a la boca mientras levantaban el polvo de una tierra ávida por reencontrarse con el agua.

El misterio del noodle colgante

El calor era asfixiante pero estábamos en una isla. No tardamos en encontrar rincones perdidos por donde el río se avivaba en pequeños desniveles y golpeaba con rocas que formaban piscinas naturales donde no bañarse habría sido un crimen. La temporada seca no nos dejó ver los campos en su máximo esplendor pero, a cambio, nos reservó un Mekong con unas aguas cristalinas imposibles de imaginar en la estación de lluvias cuando el río se tiñe de color marrón.

Tras tres días de completa calma nos despedíamos de las gallinas, los niños que no estaban dormidos y de la tentadora hamaca para volver a la acción. Remontamos el Mekong por la carretera que le acompaña al Este hasta llegar a Pakse. Allí, el viaje nos iba a dar la oportunidad de reencontrarnos con Martina y Sergio, viejos conocidos de la etapa indonesia que también seguían el curso del Mekong, aunque en su caso, en lugar de ir contracorriente se dejaban llevar por él hacia el Sur.

Pero todo eso, junto con más historias del remoto Sur de Laos, llegará en la siguiente entrega.

10 Respuestas a “Día 290 – El lejano Sur de Laos

  1. Ei parella
    Quina sort teniu de poder estar gaudint d’aquesta «volteta» pel món mentre els mortals de a peu estem preparant la bossa per tornar demà a l’escola després d’haver-nos menjat «la mona».
    Tant la dona com jo vàrem tenir una gran alegria quan un dia ens vàrem trobar amb els teus pares (Marcial) i ens en van fer cinc cèntims del que estaveu fent.
    Estem molt contents de que pugueu fer realitat aquest somni i us desitgem que en gaudiu força (llegint les vostres cròniques ja veiem que així ho feu) d’aquest viatget.
    Una abraçada i fins sempre.
    Blanca i Juli

  2. Marciel! Your photos have been amazing presents to all of us. Matt and I have LOVED travelling with you and Gaby over this last year through all of your exquisite photos!!! Absolutely stunning. We can’t wait until you both are back with us in London, on your stop over on your way back home to Espana. I know you both have been HUGELY missed!!! Enjoy all of your travels to come. I know we will enjoy seeing them!!

    Donnie and Matt xxx

  3. Pues claro que sí, no viene mal un poco de relax después de un viaje un tanto accidentado…
    Pero vamos a lo importante: ¿cuándo se resolverá ‘el misterio del noodle colgante’?
    Un abrazo.
    j.

  4. Me encanta el pie de foto «Las bulliciosas calles de Don Khon en plena hora punta». Igualito que el cruce Paseo de Gracia Diagonal todas las mañanas… Ainx, envidia de tanto relax!!!
    Por cierto, queremos actualizaciones de la sección Gaby recomienda!!! :)
    un abrazo!

  5. Hermoso el baño en el río.

    Y que universal parecen esas avivadas en las fronteras.

    Suerte que juntaron energías, en estas tierras de relax, para las etapas agitadas que pronto seguirían.

    Muchos besos

    MM

  6. Carlos, eso esperamos nosotros también! Que marcha de esa no nos vendrá mal!

    Juli i Blanca, aixó sí que es una sorpresa! En alegrem moltíssim de que ens seguiu. Tan de bó sigui amb nosaltres amb qui us trobeu per la Rambla d’aquí a uns messos quan tornem. Quant de temps, mare meva!!! Espero que els nois estiguin bé! Una forta abraçada.

    Dear Donnie and Matt. It’s so nice to hear from you here! We’re glad to know that you follow us and that you like our photos. It’s just great to have you there in London to enjoy with the best company (and wine) the last days of our trip… It will be the best ending chapter ever! We’ll see you (really) soon! Cheers!

    Pues sí, tío Carlos, calcinándonos es una buena forma de decirlo… Besos para los rosarinos!

    Jorge, muy fácil. Nunca llegó a caerse… jeje! Un abrazo!

    Bea, ahí, ahí… que Gaby ha estado viviendo muy bien. Se pone a actualizar ahora mismo!

    Gracias Alberto. Que no me entere yo que ya no entras en el blog, eh? Muchos abrazos para todos.

    Rosa, efectivamente nos vinieron bien esos días de relax antes de pasar a estar bajo las órdenes de ‘Le Comandant’. Un abrazo!

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