Día 273 – Las alfombras verdes de Cameron

Era la enésima curva de la serpenteante carretera. Tras ella, la selva hasta entonces omnipresente en el camino, desaparecía desnudando las colinas a nuestro alrededor, enseñándonos las formas que hasta entonces sólo habíamos podido adivinar bajo la espesa maleza de la jungla. Sobre aquellas onduladas colinas se extendían unos tupidos arbustos bajos de hojas verdes, suaves, que creaban un fabuloso manto sólo interrumpido por los mínimos caminos entre las matas.

A más de 1.500 metros de altura dejábamos atrás el asfixiante calor malayo, aquel que te hace sudar nada más pisar la calle, el mismo que te mantiene bajo una buena sombra durante las horas centrales del día. Esa altura junto con una temperatura que raramente supera los veinte grados formaba el clima perfecto no sólo para escapar de los agobiantes calores de las tierras bajas sino para cultivar aquel arbusto, aquellas alfombras verdes de hojas de té.

En 1.885 el explorador William Cameron trazó el primer mapa de la zona y, a buen seguro, debió agradecer también las frescas temperaturas del lugar. Descubrió un lugar donde sus compatriotas británicos -acostumbrados al clima de otras latitudes- podrían retirarse de la caldera que era el resto de la colonia, estableciendo segundas residencias y donde podría llegar el cultivo de té. Además, el explorador le dio nombre a la región: ‘Cameron Highlands’.

Aquellas plantaciones se extienden hoy por varios valles y montes como tapices que juegan con los tonos del color verde, interrumpidos sólo por algún arroyo, templo o por algún árbol en su día extrañamente indultado por quienes acabaron con la jungla que cubría aquellas fabulosas montañas para establecer las plantaciones.

La elaboración del té en esta región sigue siendo tradicional. De hecho, uno de los productores de té más conocidos sigue elaborando la infusión de forma casi artesanal, ayudado sólo por las mismas máquinas que vieron nacer aquella empresa en los años 30.

La recogida diaria de las hojas se realiza de forma manual. Con unas tijeras se podan las hojas que quedan recogidas en una especie de cuenco que llevan adosadas las cuchillas. Cuando se llenan, el recolector lanza hacia atrás, sobre su cabeza, las hojas cortadas que van a parar al cesto que carga en su espalda. Las hojas del arbusto crecen en unos tres meses, pero las extensiones son tan grandes que cada día se pueden podar zonas distintas.

Los cestos repletos de los mozos son trasladados a la fábrica, en mitad del valle, donde empieza el proceso para la obtención del té. En primer lugar, se seca la hoja eliminando el 70% del agua que contiene y se tritura. Más adelante, las hojas secas se fermentan en una atmósfera muy húmeda y una temperatura constante para, finalmente, detener la fermentación mediante el secado de la masa fermentada.

Una vez aprendido el proceso hicimos gala de nuestro nulo conocimiento del cultivo del té preguntando si de aquellas plantas se obtenía té verde, rojo o negro. Por el color de las hojas hubiésemos dicho que verde, claro está. Esperamos que el chico de la fábrica que atendía a los visitantes hubiese oído preguntas más estúpidas que la nuestra. Al parecer la hoja de té es siempre verde. La duración de la fermentación de la hoja es que la que convierte la infusión en roja y negra. Y sí, lo habrán adivinado, a más fermentación más oscuro es el té resultante.

Nuestro viaje debía continuar. Desde luego habría sido un placer poder seguir calzándonos aquellos jerseys olvidados en el fondo de las mochilas cuando caía la tarde o subir a medianoche un poco más el edredón de plumas con el que dormíamos, alejados por fin de las caprichosas máquinas de aire acondicionado y los ruidosos ventiladores.

Hoy, sumergidos otra vez en el sofocante calor, nos acordamos de las Highlands. Si pudiéramos, volveríamos ahora mismo a esas frescas colinas a degustar de nuevo uno de aquellos deliciosos tés sobre el manto de las alfombras verdes de Cameron.

9 Respuestas a “Día 273 – Las alfombras verdes de Cameron

  1. Pues interesante….
    Ya digo: otra forma de conocer mundo sin moverse del sitio. Pero es instructivo de verdad. Además ahora que ya he visto que vuestro padre ha regresado sano y salvo (como era de esperar)….El me ilustrará ( con sus experiencias) esa etapa del viaje un poco mas. Os sigo con emoción.

  2. Esperanza: bienvenida al club de fans de » siempre hacia el oeste «. Sin duda podré contarte muchas cosas de un viaje inolvidable… estos chicos son tremendos.

  3. Vaya, qué lugar más curioso… Y qué extraño veros de nuevo con jersey.
    Por cierto, yo tampoco tenía ni idea de lo del color del té…
    Un abrazo,
    j.

  4. ¡¡Qué asombrosas esas formas tan parejas y tan densas de las plantas de té¡¡ Y muy linda Gaby destacandi entre tanto verde.
    ¡¡Qué suerte que pronto te veré¡¡
    Muchos besos
    MM

  5. ¡Qué fotos tan chulas! y seguro que por más buenas fotos no llegan a hacer justicia a lo espectacular del lugar «en vivo», o al menos eso me pasa a mí..

    • Gracias por comentar Bere! Es cierto que es difícil captar bien lo espectacular que es pero, por otro lado, sigue siendo un paisaje muy agradecido para fotografiarlo. Esperamos leeros de nuevo por aquí. Suerte con los próximos viajes!

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