Tras dos inmersiones por fin empezábamos a controlar nuestra flotación y nos sentíamos cómodos suspendidos en el agua, a quince metros de profundidad. Nuestra respiración era pausada, tranquila. De repente, ante nosotros, comenzó a perfilarse la estructura del casco de un barco como si saliera de la niebla. Eran los restos del USS Liberty, un barco americano que encalló en las costas de Tulamben, al Este de la isla de Bali, tras ser torpedeado por un submarino japonés. Casi sin tiempo para poder admirar lo que teníamos delante un ruido llamó nuestra atención: ‘¡clink, clink!’ el instructor tocó con una pieza metálica el tanque de aire para avisarnos. Él estaba unos dos metros por debajo nuestro, dentro de un agujero de la cubierta del barco. Lo miramos y él, con el pulgar hacia abajo, nos indicó que bajáramos.
Nos miramos. La imposibilidad de hablar no fue impedimento para entendernos ‘¿Para abajo?’ ‘No querrá que entremos ahí, ¿no?‘¿Este tío sabe que es la tercera inmersión que hacemos en nuestra vida?’ En fin, supusimos que no quedaba más remedio que seguirle… Bajamos hasta los dieciocho metros y entramos dentro del barco que, afortunadamente, era más amplio de lo que esperábamos. En algunas zonas tan sólo quedaba el esqueleto del casco por lo que entraba mucha luz pero, de vez en cuando, pasábamos por pasos estrechos, pendientes siempre de no quedarnos enganchados, de que el tanque no golpeara con la estructura, intentando no tocar nada…
Pasamos la prueba que no era requisito para superar el curso de submarinismo que estábamos haciendo, pero nos dio mucha confianza para las siguientes inmersiones. Nuestros cuatro primeros días en Indonesia los dedicamos casi exclusivamente al buceo. Obtener el título era nuestro pase especial para descubrir la otra cara del sudeste asiático, la que se halla bajo la superficie del mar.
Empezamos el curso en Kuta, la ciudad más turística de Bali, donde se concentra –eso sí– el turismo más basura imaginable. Kuta tenía oscuras calles, sucias, con aceras descuidadas, comercio del souvenir más kitch o cutre posible, decadentes bares, turistas borrachos y una muchedumbre de adolescentes motorizados ofreciendo sus servicio de mototaxi en cada esquina ‘Transport?’ ‘Mister, mister, transport?’, ‘Maybe tomorrow?’, ¡Que no leñe! Hacia falta aprender la palabra gracias urgentemente en indonesio para poder declinar con educación la lluvia de ofertas que nos caía nada más pisar aquellas desordenadas y caóticas calles. Echamos mano a la guía y, sí, gracias en Indonesio era ‘Terima kasih’. Nos iba a ser muy útil.
Afortunadamente dos días después dejamos atrás Kuta y el intenso tráfico del sur de la isla para dirigirnos a Tulamben. En el camino empezamos a ver la otra cara de Bali, sus templos, los arrozales y el saludo y sonrisa perpetua de sus gentes. Nos encantó. En los pequeños pueblos la presencia de turistas era la noticia, sobre todo, para los más pequeños. ‘Hello mister!’ nos gritaban esperando con ansia que les devolviéremos el saludo, ‘Foto, foto!’ pues venga foto… y lo mejor es la cara que se les queda a los niños y lo que se ríen cuando se ven retratados en la pantalla de la cámara.
A medida que avanzábamos en los capítulos de nuestro manual de submarinismo debíamos tomar una decisión sobre nuestro siguiente destino. María, la prima de Marcial, nos iba a visitar en pocos días llegando a Bali. Decidimos visitar la isla a fondo cuando ella llegara así que debíamos escoger rápidamente donde pasar los siguientes días. En Indonesia teníamos más de 15.000 islas para elegir y un visado de sólo 30 días. ¿Por dónde empezar? Bueno, no nos volvamos locos… Reduciendo mucho, mucho, habría unas diez islas con algo realmente interesante para hacer o visitar; donde no había un templo, había un volcán, o playas, o unos arrozales… Sino unas ceremonias típicas o algún lugar espectacular para bucear…
De forma providencial nos llegó un e-mail desde Tarragona con unos cuantos consejos. Ángel nos recomendaba las islas Gili, un pequeño archipiélago de tres islas muy pequeñas al Noroeste de Lombok, la isla más cercana al Este de Bali. Nos valió como empujón. Recorrimos en moto Lombok durante un par de días antes de ir a las Gili (mejor pronúnciese ‘guili’), su paisaje resultó bastante parecido al de Bali pero sus gentes, mucho menos acostumbradas al turismo, eran, si cabía, aún más amables, simpáticas y generosas. Por los caminos del centro de la isla la gente nos señalaba, se sonrojaba si les preguntábamos por nuestro destino y los niños nos saludaban como locos. Nadie hablaba ni palabra de inglés pero daba igual, con gestos y sonrisas bastaba. Disfrutamos muchísimo, pero mucho más del camino, su paisaje y sus gentes, que del destino que nos llevó a algún que otro pequeño templo y a alguna cascada.
Desde un mirador al Norte de Sengiggi vimos por primera vez las Gili. Tres pequeñas islas llanas rodeadas por arena blanca y unos fondos marinos que prometían. Siguiendo los consejos de Ángel decidimos visitar la isla más pequeña de las tres, la menos desarrollada, Gili Meno. Advertidos de la desorganización indonesia sobre el transporte no debimos sorprendernos tanto cuando al llegar al puerto el barco de las diez que iba a Gili Meno ya había salido. Eran las diez menos cuarto. Podíamos esperar retrasos pero que el barco saliera antes de la hora establecida nos dejó a cuadros. El motivo estaba claro: El barco estaba lleno y, cuando se llena, sale. Bastante lógico si no fuese porque nosotros teníamos un billete pagado para ese barco.
1, 2, 3, respira hondo… Ya está. El siguiente barco salía hacia Gili Trawangan, la isla más grande de las tres, la más explotada. Era nuestra única opción así que para allá nos fuimos. Mientras esperábamos hubo tiempo para que un local nos dijera que Marcial era igualito que Antonio Banderas y para que un grupo de indonesias turistas compararan a Gaby con una ‘movie star’, pese a los sudores y los pelos revueltos. Todo ello seguido de la preceptiva sesión de fotos con todos los presentes a golpe de cámara de móvil de las nuevas amigas de Gaby.
Gili Trawangan nos sorprendió agradablemente y, pese a tener bastantes servicios, hostales y restaurantes, mantenía la tranquilidad que se les suponía sólo a sus hermanas pequeñas. Ninguna de las islas tenía coches ni motos, y se notaba. Tampoco tienen policía por lo que no era de extrañar recibir ofertas para comprar marihuana u hongos alucinógenos, ‘room, room… magic mushroom!’ decían. Acabamos en una pequeña casa de huéspedes en la que nada más llegar nos advirtieron que nuestros vecinos de habitación eran también de Barcelona. Por la tarde los conocimos; Martina y Sergio, una pareja con la que compartimos nuestros días en las Gili y que están dando, también, la vuelta al mundo. Como siempre, el encontrar a alguien por el camino con quien compartir mesa, charlas y anécdotas nos vino la mar de bien y, además, poder hablar en castellano con alguien después de más de dos meses se agradecía.
Con ellos buceamos por los alrededores de las tres islas, descubriendo fondos marinos bastante espectaculares a pesar de que muchos de ellos tenían gran parte del coral destrozado por los efectos de ‘El Niño’. Aún así, había muchos lugares en buen estado, cubiertos por corales blandos y duros y muchísima variedad de peces. Pero lo que aquellas aguas escondían y las hacía especiales no eran los corales ni los peces, sino las tortugas. Y no hacía falta hacer ninguna inmersión para verlas… bastaba con alquilar el equipo de snorkel en la playa, cruzar la arena y entrar en el agua. Bueno, también hacía falta poco de paciencia.

Marcial cruzando bajo el suelo del 'bottom glass boat' (barco con suelo de cristal)
Flotábamos en la superficie con la mirada clavada en el fondo. A los veinte minutos vimos la primera tortuga a unos tres metros de profundidad comiendo coral. La observamos primero desde la distancia y, después, nos sumergimos a pulmón durante unos segundos para acercarnos un poco más a ella. Debía medir, al menos, un metro de largo. Sin movimientos bruscos por nuestra parte, la tortuga seguía a lo suyo sin que nuestra presencia le molestara lo más mínimo.
Sólo minutos después, dejó de comer para desplazarse suavemente hacia la superficie con unos movimientos lentos pero muy elegantes. A la vista de su capacidad para moverse en la ingravidez del agua el anfibio parecía sentirse mucho más a gusto en el medio acuático que en el terrestre.
Aún así, las tortugas no tienen las branquias de los peces y no pueden filtrar el oxígeno del agua; cada cierto tiempo, necesitan llegar a la superficie para tomar una bocanada de aire. Así, ni siquiera hace falta sumergirse para verlas de cerca. Un poco de paciencia y tarde o temprano la tortuga subirá a la superficie en busca de más aire, en algunos casos lo hizo a apenas un metro de nosotros… ¡Maravilloso!
En aproximadamente una hora y cuarto nadamos con cuatro tortugas, sólo a unos treinta metros de la playa principal de Gili Trawangan y sin necesidad apenas de sumergirnos. Pensamos en hacer alguna inmersión en esas islas pero a la vista de lo que encontrábamos sólo con las gafas y el tubo decidimos ahorrarnos el dinero para gastarlo en algún otro lugar donde la naturaleza no fuese tan accesible.

Serpiente marina aparentemente inofensiva a la que Marcial se acercó a hacerle la foto... Le dimos a las aletas como locos cuando Sergio nos dijo que era muy venenosa. ¡Cuánta ignorancia!
Y así, aprendiendo a movernos bajo el agua y compartiendo experiencias en buena compañía pasaron nuestros primeros días en Indonesia, donde sólo pudimos tener el primer contacto con la gente local y conocer apenas una pequeña parte de su cultura. Quedaba mucho por descubrir de un país joven con una historia repleta de reinos, sultanes e imperios; invasores, inmigrantes y colonizadores; luchas de intereses, guerras; vencedores y vencidos; héroes y villanos.
Pero quédense tranquilos. La historia de cómo se convirtió en nación un archipiélago de más de 15.000 islas en las que se hablan 739 lenguas distintas y en las que conviven más de 240 millones de personas de las culturas y religiones más diversas la dejamos para las siguientes entregas.
Para Ángel, que tan bien nos habló de las fabulosas Islas Gili.
Qué envidia!
Mar y yo nos quedamos con las ganas de hacer el curso de submarinismo, porque perdíamos demasiados días y nos quedaban pocos para aprovecharlo (es lo que tiene viajar con el límite del tiempo encima). Eso sí, disfrutamos mucho del snorkeling.
Ya me he enterado que habéis estado en Sulawesi y supongo que habréis visitado la zona de Tana Toraja. Recorrer esos poblados y ver esos paisajes resulta espectacular y, como decís, en ocasiones merece más la pena que el propio destino al que te diriges.
Me dais una envidia nada sana en este lunes gris de trabajo hasta arriba.
Un abrazo, cabrones!
Hola!!definitivamente voy a ir al sudeste asiático….qué chulo, qué envidia….lástima que no podamos estar acompañandoos estos días (el trabajo no me lo permite….a ver si más adelante….). El fin de semana estuve en BCN. Pasé por el hostal y estuve con Quico y Montse. Se me hizo muy raro que no estuvieras, hermanito -la verdad es que este fin de semana te he echado especialmente de menos….- así que a seguir disfrutando mucho del viaje, vale???
Un besito fuerte a los dos. Carol
¡¡¡Qué valiente mi Gaby¡¡ Y qué hermoso el fondo del mar.
Desde Madrid, sana envidia.
Muchos besos
Espectacular niños. Yo no me meto en el barco ese sumergido ni que me maten!
Besotes
creo que envidia va a ser la palabra más repetida en los comentarios a este post… A la par con espectacular…
wooooooowwww
un abrazo y a disfrutar a tope!!!
muaks
Os agradezco muchisimo vuestra dedicatoria!!!
Fue un placer explicaros nuestra experiencia en Bali, Las Gili y Lombok y me alegra muchisimo que hayáis disfrutado en ese paraiso. Vuestras fotos y comentarios nos han transportado otra vez a Lombok, un lugar que Georgina y yo jamás olvidaremos, especialmente y como bien queda reflejado, por su gente y por la sonrisa de esos niños que definen La Felicidad en una imagen. Una imagen que se queda en tu memoria. Y que creo que jamás se olvida.
Un fuerte abrazo y espero volver a ayudaros para la visita a Tailandia .
Angel.
Que CHULOOOOOOOOOOOOOO, espectacular, y de los mejores post!!
Rosa tiene razon Gaby que valiente!! creo que yo tampoco me meteria ahi! un abrazo enorme!! las fotos una vez más espectaculares!!
ENVIDIA ENVIDIA ENVIDIA!!
muas
Me encanta la de Marcial pasando por debajo de ‘bottom glass boat’: ¡genial!
Un abrazo,
j.
Precioso lugar para la práctica de la fotografía submarina!
Yo estuve en Bali e Islas Gili.. deseando volver! :)
Muchas gracias a todos por vuestros atentos comentarios! Ángel, avisaremos con tiempo sobre nuestra visita a Tailandia para volver a recibir tus consejos!
En breve más fotos de fondos submarinos ahora que ya hemos perfeccionado nuestras habilidades!
Un abrazo a todos