Sobre las nueve de la noche llegábamos al muelle de Puerto Natales dispuestos a hacer el ‘check in’ en el NAVIMAG, el barco que durante cuatro días nos llevaría hacia el norte, recorriendo los canales y fiordos de la Patagonia chilena. Esa era la única forma de llegar a Puerto Montt, donde empiezan las carreteras continentales chilenas. La Patagonia chilena es un conglomerado de miles de islas, canales y fiordos, en una zona montañosa originada por una glaciación. Al no haber carreteras la única alternativa al barco es volver a Argentina y subir en interminables trayectos de autobús por el otro lado de los Andes para, después, cruzar de nuevo a Chile.
Nos dirigimos al mostrador con nuestra reserva clase ‘CCC’, o lo que es lo mismo, un camarote sin ventanas para 42 personas durmiendo en literas. Como nos dijo alguien: un Gran Hermano a bordo. Muy majos debimos parecerle al chico que asignaba las literas cuando, al cabo de cinco minutos, ya nos ofrecía un ‘upgrade’ a una cabina con cuatro camas sin ventana que debíamos compartir con una anciana alemana que, según él, tenía una pata en el otro barrio. No sonaba muy divertido pero al menos nos librábamos de dormir en el camarote de los Hermanos Marx. Cinco minutos más de charla y ya nos estaba ofreciendo un camarote con cuatro camas y ventana, compartido con otra alemana, pero en este caso joven. ¡Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto!

A punto de pasar uno de los muchos estrechos en la ruta hacia el norte
Contentos como unas castañuelas nos dirigimos al camarote asignado donde nos encontramos con Iris, una simpática alemana con la que compartiríamos varios momentos de nuestro viaje. Ella, a su vez, conocía a una pareja de australianos que no debieron parecer tan simpáticos al chico del ‘check in’ ya que no tenían ventana en su camarote. Eso hizo que la primera noche ya tuviéramos una pequeña pero más que suficiente red de contactos a bordo. A esto debemos sumar que Marcial enseguida entabló conversación con Fernando, un simpático mexicano, natural de Tabasco, que en pocos minutos ya conocía a la mitad del barco.

Iris
La vida a bordo transcurría tranquila, solo alterada por los tempranos horarios de desayuno, comida y cena que dictaba el capitán. El puente de mando se hallaba siempre abierto y nos dejábamos caer por allí cada vez que pasábamos algún estrecho o nos acercábamos a algún glaciar. La atenta tripulación nos enseñó los instrumentos de navegación y cartografía. Al margen de eso y de alguna charla organizada, las horas de tedio eran las más y se consumían entre tertulias, lecturas y partidas de cartas.

Uno entre los cientos de increíbles fiordos chilenos
El segundo día el barco atracó en la bahía de Puerto Edén, un pequeño pueblo pesquero de apenas 150 habitantes. Su acceso es posible, únicamente, por vía marítima y su abastecimiento depende del paso del NAVIMAG dos veces por semana, siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan.

El pequeño y aislado Puerto Edén
Los propios pescadores de Puerto Edén nos recogieron en el barco con sus pequeños botes de pesca y nos acercaron al pueblo donde pudimos pasear de nuevo en tierra firme conociendo su forma de vida y la rara flora autóctona.
Esa misma tarde el barco abandonaba por unas horas las tranquilas aguas de los canales para salir a mar abierto y navegar por el Golfo de Penas, cuyo nombre se debe a la multitud de naufragios ocurridos en la zona por la bravura de sus aguas. El capitán anunció por megafonía que los pasajeros tenían a su disposición pastillas antimareo para sobrellevar mejor el vaivén que se avecinaba. Las pastillas no se dispensaban, como cabría imaginar, en la enfermería (que la había) sino que debían adquirirse en el bar. Así, entre whiskies y cervezas el barman administraba también las pastillas contra el mareo. Una curiosa estampa, la verdad.
Conocedora de su propensión al mareo, Gaby decidió irse a dormir a la hora de cenar, sin haber probado bocado, y tratar de manejar la situación lo mejor posible. Por su parte, Marcial se quedó en el bar echando partidas de póker y viendo como el mobiliario del barco se movía – o caía – por el efecto de las olas. 13 horas después el barco volvió a las tranquilas aguas de los canales y la normalidad reinó nuevamente. Para los curiosos, Gaby consiguió dormir 13 horas seguidas, así que no padeció los efectos del mareo. Mientras, Marcial logró alcanzar, no sin cierta dificultad, la litera superior del camarote a eso de las 3 de la madrugada, tras haber dado una -en su caso inusual- lección a los australianos jugando a las cartas.

El Glaciar Skua
Al margen de que el barman dispensara pastillas, poco a poco fuimos descubriendo más misterios y curiosidades a bordo del NAVIMAG. Ya desde la primera noche, podíamos oír desde los baños unos extraños sonidos que parecían mugidos de vacas. El misterio se acrecentaba al ser compartido con otros pasajeros y cada uno tenía su versión sobre la procedencia de los ruidos; que si tuberías, que si el fuselaje del barco, que si vacas… La última tarde, Gaby solucionó el misterio al bajar a la sala de máquinas pasando por la zona de carga del barco. Allí vio como en tres camiones se agolpaban numerosas vacas que, mareadas como sopas, sacaban la cabeza cada vez que alguien se acercaba.
La última noche a bordo, el capitán dispuso una fiesta en el bar que hizo que se congregara allí lo más granado del pasaje que, como suele suceder en estos casos, el paso del tiempo ejerció de filtro natural dejando en la sala sólo a unos pocos elegidos. Entre ellos, como no, nos contábamos nosotros, Iris, los australianos Daniel y Chris, Fernando el mexicano y un pintoresco grupo de camioneros que dormían en las butacas de la bodega.
Cuando acabó la música, los que aguantaron trasladaron la fiesta al restaurante donde acabamos la noche charlando con los camioneros y traduciendo las más extrañas conversaciones entre ellos y nuestros nuevos amigos.
La mañana del cuarto día, atracábamos en nuestro destino, Puerto Montt. La experiencia NAVIMAG no nos dio 42 nuevos amigos, ¡ni falta que hacía! Nos llevamos tres, que no está nada mal.

El equipo NAVIMAG: (arriba) Iris, Gaby; (sentados) Chris, Marcial, (estirado) Daniel
¡Hasta la próxima!
Que post más chulo! Me encantan las fotos de vuestros coleguitas! Bsos
Gaby de investigadora privada, solucionando los temores del pasaje… conociendo como la conozco sé que no es verdad… vaya cagueta ella!!!
Marcial, cuenta la verdad… había bebido y se «desprendió» por la escalera de la bodega!!!
seguro que a Marcial le costó subir a la litera no solo por el oleaje, sino por alguna copita de más que se bebería mientras departía y jugaba al póker con los colegas!!!!!13 horas de oleaje….???a mí me da algo!!!qué suerte que Gaby sea una marmota y pudiera dormir tantas horas!!!!jajajaja. Qué viaje tan divertido!
Sus echa mucho de menos, snif snif
Muy bueno el post! Una pregunta: como es que esta chica Iris… siempre está saltando!? Y me encantó eso del Puerto Edén… me imagino cómo estaría el dscubridor cuándo lo vio!!! Besos desde oriente!
hermoso recorrido,como llevan camiones con vacas,tmbien podrian ir autos.seria un buen dato para tener en cuenta besos.
Hola Gaby!!!! Aca estoy con tu mamá que me mostro tu blog… PRECIOSO EL VIAJE QUE ESTAN HACIENDO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Los felicito!!!
Xime (tu prima politica).-
Que buen post!
Marcial, en Puerto Mont vive Cristian Yañez, aquel mi amigo chileno que alguna vez jugo al futbol con ustedes. Creo que pudieras comunicarte con el: cristiany@alcaldeycia.cl
Espero que el contacto no te llegue demasiado tarde.
Un abrazo.
Sandra, gracias por el comentario
Petit, investigadora si…pero sigo siendo cagueta, fui con mas gente, jejejeje. Un abrazo
Carol, fue solo por el oleaje, de verdad! Y lo de Gaby…si una marmota! Un beso
Marta, el tiempo pasa rapido en breve nos tienes en Bcn
Vicky, la alemana es muy divertida…sera por eso que salta. Lo de Puerto Eden es algo medio magico alli en medio aislado. Un beso
Tio Carlos, creo que tambien van coches, deberan tenerlo en cuenta para un futuro viaje. Un beso
Xime, espero que a partir de ahora nos visites mas seguido. Como esta la peque? un beso
Mincho, mil gracias! Me acuerdo de Cristian jugaba mucho mejor que nosotros. jejeje. Por desgracia ya no estamos en Chile. Un fuerte abrazo
Muy buen post! Ya veo k hay cosas que no cambian, cerrando el garito…jajaja
Ahora Nueva Zelanda! Disfrutad!!
Un fuerte abraz
Que envidia me dais ??
Fíjate qué tontería, pero la foto que más me gusta es la del mapa de los fiordos… Pero vaya, es elegir por elegir, porque el post y las fotos son espectaculares, como siempre. Qué mal acostumbrados nos tenéis…
Un abrazo, trotamundos.
j.
Muchas gracias por los comentarios a los ‘Teje’. Me tenéis que contar qué tal vuestro RTW!!! Un abrazo y recuerdos para el resto de la familia.
Jorge, gracias, de verdad… a ver si seguimos manteniendo el nivel! Un abrazo (besos a Bea, que hace mucho que no le leemos por aquí!).
A todos: perdonad el retraso en los posts… Pese a hallarnos en el primer mundo aquí el Megabite se cotiza más caro que el vino, así que subir las fotos nos está costando tiempo y también dinero! En cuanto pillemos una biblioteca pública con Wifi nos desquitaremos colgando todo lo que tenemos en la sala de espera… Así que no os despistéis! Abrazos!
Marcial i Gabriela : (Escriurem en castellà per mantindre el mateix idioma utilitzat al blog que entenc es per tot el mon)
Agradecemos vuestro envio de las fotos del Payne. Hemos recibido con alegria vuestras noticias y con admiración el reportaje de vuestro viaje por el mundo. Ahora entendemos las horas que pasabais enfrentados al ordenador en el Navimag.
Besos y hasta un proximo encuentro en …
Manuel i Anna, gracias por escribir. Efectivamente, Marcial no jugaba al solitario delante del ordenador. Nos encantaría que nos siguierais de ahora en adelante y quien sabe si en un futuro nos encontraremos en otro lugar.
Una abraçada i bons viatges!