Escribo este post desde las alturas, en vuelo que me devuelve a Rio de Janeiro desde San Diego, en California. El motivo de este gran -aunque breve- desvío en la ruta no es otro que la boda de mi primo Javier.
Vine solo, dejando a Gaby en muy buena compañía en Río y dándoles una sorpresa a mis padres -que no esperaban que fuese yo el que les recogiera en el aeropuerto a su llegada-. La boda era la mejor excusa para poder reencontrarme también con mis tíos y mis primos, con mi abuela y mis hermanas.
La boda, y todo lo que la rodeó, fue magnífica. El lugar elegido para el enlace fue una bonita villa rodeada de viñedos en la que se pudo celebrar todo al aire libre.
La celebración siguió los patrones y el guión de un enlace americano con algún toque más a nuestro estilo. Los Groomsmen y las Bridesmaids acompañan a los novios en el enlace y el Best man y la Maid of honor dicen unas emotivas palabras sobre la amistad que les une con el novio y la novia respectivamente con alguna historieta o anécdota de por medio. Fue emocionante oír lo que Marco y Amy dijeron de mi primo y de su mujer Andrea.
La ceremonia la dirigió un amigo de la pareja que había obtenido por Internet el certificado para poder casar en California y todo por el módico precio de 20$. Sí, ¡esto es América! Aunque, la verdad, bien pensado si uno se casara por lo civil en España mejor sería que te casara un buen amigo que un alcalde, ¿no?
Me alegro mucho por mi primo y su mujer, fue una boda muy especial.
Por lo demás, esta visita al país más rico y potente del continente ha sido también muy positiva por el contraste inmediato que he visto y vivido entre las condiciones de vida de Sudamérica y las de Estados Unidos. Haber pasado antes por Brasil ha hecho que el golpe no sea tan fuerte pero si lo comparo con Perú o, sobre todo, con Bolivia, son la noche y el día, el paradigma ‘norte–sur’ en estado puro.
Los primeros días uno siempre está un poco deslumbrado y superado por el despliegue de medios de los americanos, al más puro estilo Paco Martínez Soria llegando a la gran ciudad.
Pero cuando pasa ese primer efecto empieza a verse la trastienda de todo el montaje: Esa libertad de mentira de la que alardean, la doble moral, la capacidad que tienen de hacer de todo un negocio, el desperdicio de energía y recursos, unas relaciones sociales marcadas en muchos casos por el interés… y bueno, algo que ya me había pasado cuando vine a California y que me fastidia bastante son esas sonrisas falsas que cualquiera, sin conocerte, puede regalarte al cruzarse contigo para, al segundo, volver la vista al frente con su mueca seria de serie. No sé, a lo mejor soy yo el raro, pero para eso mejor que no me sonrían.
En fin, muchas cosas en Estados Unidos brillan pero creo que no es difícil ver que ni mucho menos es oro todo lo que reluce y que en muchas cosas y personas hay mucho más cartón que piedra.
De todas formas, dejaré claro que para mi San Diego es una ciudad muy agradecida y que podría quedar fuera del estándar americano porque es una ciudad bastante abierta, en la que se puede disfrutar del mar y hablar en español y porque es uno de esos pocos lugares en los que es muy difícil sudar o tiritar en todo el año. Todo un lujo.
En conclusión, me voy con muchos buenos momentos en la mochila pero un poco cansado del estilo americano. Las 4 + 10 horas de avión que me estoy echando a la espalda van a valer la pena por haber podido estar con mi primo y su mujer en el día más importante de sus vidas y porque me ha permitido reencontrarme con el resto de la familia después de unos meses o años en algunos casos.
Pensándolo bien, no deja de ser un poco irónico el hecho de que en el país más superficial que conozco haya vuelto a tener más presente que nunca qué es lo verdaderamente importante en la vida.
No me enrollo más. El avión sobrevuela Cozumel a 9.448m de altura y el carrito de las bebidas hace su segunda parada en mi fila. Fuera sólo estrellas sobre fondo negro. Un agua y un capitulito de ‘House’. A ver si cojo el sueño.

Esta magnífica foto la tomó mi madre, alias 'la japonesa'
Como no podía ser de otra manera, estas desordenadas reflexiones escritas sobre la marcha y las fotos están dedicadas a Javier y Andrea. ¡Os deseamos que seáis muy felices!
Me ha hecho gracia lo que comentavas de los contrastes ya que recuerdo cuanod llegue de bolivia, de la zona del beni, pase de estar alli al dia siguiente estar en madrid… y al ver toda la ciudad iluminada desde el avion era impresionante…
Creo que esta vez el texto supera en emoción a las fotos… y eso que éstas son GENIALES!!
Estoy de acuerdo con Marta en que el texto es muy emocionante…además, a mí «se me suma» el haber vivido y compartido esos días que relatas…con lo que la lagrimilla está casi por salir….
Javier y Andrea, os deseo lo mejor.
Hermanito, cuídate mucho, TEDM.
Carol
Pues mira, la mejor foto de todo el blog, por ahora, la ha hecho tu madre… Tendréis que esforzaros más.
Un abrazo, y que continúe el viaje!!
j.
Enhorabuena por tus fotos (impresionada), tu decisión, tu viaje, tus reflexiones… Te seguiremos,
preguntando siempre ;-), para ir aprendiendo por el camino… En Rio toca: ¿ya escuchaste Chico Buarque? Buena BSO!
Muchos bsos de los Rodriguez-Alegre, sobrino rockero incluido.
jajajajaj, qué atrasada voy con los posts!!!!! Lorena, justo hoy hemos estado riéndonos mis padres, la abuela y yo de las vueltas mágicas a lo John Travolta en Fiebre del sábado noche JAJAJAJAJAJAJA. Besos a todos.
Tato, GENIAL, un resumen perfecto de lo vivido tan intensamente gracias a la boda de nuestro queridísimo primo! Cuántas emociones al volverte a ver ¡qué sorpresón!
Cuídate babe!
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Muchas gracias a todos por los comentarios. En especial al de Lorena que veo que también nos sigue por aquí.
Muchos besos también para vosotros.